MADRID, 22 Nov. (EUROPA PRESS) -
El equipo liderado por el doctor de la Universidad Técnica de Munich (Alemania), Valentin Riedl, ha demostrado que la distribución de los dos neurotransmisores más importantes del cerebro, el glutamato y el GABA, cambia tan pronto como cuando se abren los ojos, sin importar si realmente se algo.
Para comunicarse entre sí, las neuronas utilizan mensajeros químicos conocidos como neurotransmisores. En este sentido, el glutamato activa las neuronas, mientras que el GABA las usa. Al alterar las concentraciones de los dos neurotransmisores, el cerebro es capaz de procesar impresiones de los ojos, llamadas estímulos visuales.
Para realizar el trabajo, los científicos utilizaron la espectroscopia de resonancia magnética (MRS) con el fin de medir las concentraciones de los neurotransmisores en detalle y, sobre todo, en paralelo. El experimento se realizó en tres fases: en la primera los participantes tenían que cerrar los ojos en una sala oscura durante cinco minutos; posteriormente los tenían que abrir en la oscuridad; y finalmente observaron un tablero de ajedrez que se encendió y apagó rápidamente. A lo largo del estudio, se midieron simultáneamente las concentraciones de ambos neurotransmisores en la corteza visual.
En el estado de reposo con los ojos cerrados, los niveles de GABA fueron altos, si bien las concentraciones de este neurotransmisor inhibitorio disminuyeron tan pronto como los participantes abrieron sus ojos, a pesar del hecho de que todavía no había nada que ver.
"El cerebro se prepara para los estímulos futuros tan pronto como se abren los ojos. Este fenómeno nunca se había observado anteriormente, porque otros estudios no habían medido este estado. De hecho, sólo cuando se percibió un estímulo visual real, es decir, el patrón de tablero de ajedrez parpadeante, aumentó la concentración de glutamato, el neurotransmisor activador.
Asimismo, los investigadores compararon sus datos de MRS con los datos obtenidos por MRI funcional (fMRI), un método común para visualizar la actividad cerebral humana. En esta técnica, el consumo de oxígeno se mide en regiones específicas del cerebro, siendo un alto consumo un indicador indirecto de la actividad neuronal en un área determinada.
De esta forma, los expertos encontraron que los cambios en los niveles de neurotransmisores en la corteza visual coincidían con la evidencia de actividad cerebral en las exploraciones de resonancia magnética funcional. "Los resultados de los dos métodos coincidieron perfectamente. Al combinar las dos técnicas, no sólo podemos decir que hay una mayor actividad en una región, sino que, por primera vez, también podemos atribuir específicamente esa actividad a los dos neurotransmisores", han zanjado los investigadores.