MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Hospital St. Michael's, en Toronto, Canadá, han encontrado un biomarcador en el líquido del ojo que predice qué pacientes responderán mejor a los tratamientos actuales para el edema macular diabético, una de las complicaciones más comunes de la diabetes. Su trabajo, dirigido por el doctor Rajeev Muni, cirujano vitreorretinal en el hospital, se publica este jueves en la edición digital de 'JAMA Ophtalmology'.
El edema macular diabético es la acumulación de líquido en la mácula, un área en el centro de la retina responsable de una visión aguda y recta. La acumulación de líquido hace que la mácula se hinche y se espese, lo que nubla la visión. El doctor Muni dice que es la principal causa de pérdida de visión en personas menores de 65 años en América del Norte.
El tratamiento para el edema macular diabético ha evolucionado dramáticamente en la última década, pero aún requiere una inyección a veces dolorosa en el ojo, en algunos casos una vez al mes. El doctor Muni señala que, aunque este tratamiento ha sido un "cambio de juego", preservando e incluso restaurando la visión en personas que de otro modo podrían haber quedado ciegas, algunas personas responden mejor que otras.
En su estudio, tomó muestras de líquido de la cámara frontal, o anterior, de los ojos de 48 pacientes que luego fueron tratados con una inyección de ranibizumab (nombre comercial 'Lucentis'). Los investigadores descubrieron que había dos moléculas asociadas con quienes respondían mejor a las inyecciones que otras.
El primero, que era algo esperado, eran los bajos niveles de factor de crecimiento endotelial vascular, o VEGF, una proteína producida en el ojo cuando el flujo sanguíneo es deficiente. Se sabe que el ranibizumab se une al VEGF, reduciendo la cantidad de VEGF en el ojo, lo que significa que hay menos fugas de los vasos sanguíneos y menos acumulación de líquido.
ELEVADOS NIVELES DE UNA MOLÉCULA
Pero el doctor Muni señala que el mayor predictor de quién responderá al tratamiento fueron los altos niveles de una molécula diferente, ICAM-1, una de un grupo de moléculas conocidas como citocinas que ayudan a las células a comunicar respuestas inmunes y estimulan el movimiento de las células hacia los sitios de la inflamación.
"Ahora tenemos un biomarcador novedoso para determinar quién responderá mejor al tratamiento --afirma Muni--. La posibilidad de inyecciones continuas en el ojo es desalentadora para los pacientes. El hecho de que ahora podamos medir una proteína en el ojo que nos permita predecir qué pacientes tienen menos probabilidades de responder al tratamiento podría conducir a una medicina más personalizada y menos inyecciones. Esto podría aliviar la carga de tratamiento en los pacientes y el sistema de atención de la salud".
Este investigador explica que St. Michael's está inscribiendo a personas para una prueba de seguimiento más grande con el fin de determinar el intervalo óptimo entre los tratamientos de inyección en función de los niveles de estos biomarcadores.