MADRID, 3 Ago. (EUROPA PRESS) -
Hacer ejercicio físico en el agua ayuda a la recuperación de la movilidad perdida tras una lesión o secuelas de la COVID-19, dadas las propiedades del medio acuático que permite trabajar mejor el sistema musculoesquelético con un menor desgaste, según el vicepresidente de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), Xoán Miguéns.
En este contexto, Miguéns señala los porqués de los beneficios terapéuticos del agua, que son tres: "El agua priva de gravedad, protegiendo las articulaciones; es un medio más denso que el aire, por tanto, hace una resistencia suave pero importante; y tiene un efecto térmico y de presión hidroestática".
Sobre el primer beneficio, el vicepresidente de la SERMEF afirma que "el agua priva del efecto de la gravedad al ser un líquido más denso que el aire y la flotabilidad que genera, hace que pesemos menos en este medio". "Por todo ello, las articulaciones no sufren las consecuencias de tener que soportar el peso del cuerpo y están en un ambiente de cierta protección", añade al respecto.
En segundo lugar, desgrana que "el agua es más densa que el aire y permite realizar ejercicio contra una resistencia mayor". "Por tanto, hace que los músculos tengan que trabajar con una carga mayor que si trabajasen sin ningún tipo de oposición. Es como hacer un ejercicio de pesas que se tolera muy bien, porque el agua es un fluido. Cuando nos desplazamos dentro de ella hay una resistencia muy controlada, suave y protegida", apunta.
El tercer beneficio que tiene es el derivado de las propiedades del agua, que se desglosa en dos cuestiones. "Primero por la temperatura de la misma, que si está caliente, no demasiado, tiene un efecto térmico que favorece que las articulaciones entren en calor y que los tejidos articulares, musculares y blandos sean un poco más elásticos. En la playa, como suele estar más fresca, favorece el drenaje de los vasos sanguíneos, por ejemplo", ejemplifica.
"Y por otro lado, tenemos la llamada presión hidrostática, que es el efecto que tiene el agua de generar una presión suave y efectiva sobre el organismo, y que favorece una disminución en la hinchazón. Dentro del agua hace que se facilite el drenaje y la circulación de la sangre, siendo bueno caminar por la playa con las piernas parcialmente sumergidas, hasta la rodilla o un poquito por encima, si no hay problemas articulares en piernas o en columna", detalla.
En conclusión, el doctor Miguéns afirma que "los beneficios se ven claramente, por ejemplo, si una persona tiene una fractura de pie en fase de curación y ha de empezar a moverse y al pisar siente mucho dolor". En este caso, si empezamos a apoyar el pie en el agua en una piscina que tenga una pequeña pendiente se progresa de forma más indolora. Realizar ejercicio en un medio acuático puede ser beneficioso para un esguince de tobillo porque el agua facilita que puedas andar sin miedo a tener una caída; para un dolor de espalda en el que no se haya detectado ninguna lesión grave; para cualquier dolencia musculo-esquelética de carácter leve; o para trabajar aquellos músculos que son más difíciles de trabajar, que son precisamente los del tronco, como la espalda", apostilla.
En cualquier caso, el experto de la SERMEF puntualiza que "siempre que haya una lesión concreta debe ser el profesional sanitario quien indique un ejercicio determinado a cada paciente. No hay que autotratrarse". De esta forma, anima a quienes estén inmersos en un proceso de rehabilitación por una lesión ósea o muscular a que "consulten con su médico rehabilitador acerca de la conveniencia o no de complementar el proceso de Rehabilitación con ejercicios específicos realizados en un medio acuático como puede ser la playa o la piscina".