MADRID 9 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio internacional dirigido por la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) de Australia, publicado en la revista 'Nature Geoscience', ha desvelado que gran parte de las fuentes de agua del planeta superan los límites de seguridad para el consumo de PFAS.
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, conocidas comúnmente como PFAS, son un grupo de más de 14.000 sustancias químicas fabricadas por el hombre que se han hecho populares desde la década de 1950 por sus diversas habilidades para resistir el calor, el agua, la grasa y las manchas.
Se han encontrado habitualmente en productos domésticos como sartenes antiadherentes, ropa, cosméticos, insecticidas y envases alimentarios, así como en productos industriales especializados, como la espuma antiincendios.
Pero a pesar de su amplio abanico de posibilidades, estas sustancias químicas tienen un lado negativo, se conocen como 'sustancias químicas para siempre', ya que una vez que están en el medio ambiente, o en los cuerpos humanos, no se degradan más.
Las PFAS se han relacionado con problemas medioambientales y de salud, incluidos algunos cánceres, pero aún se desconoce mucho sobre la verdadera magnitud y las posibles repercusiones del problema, incluida la cantidad que hay en nuestro suministro de agua.
"Muchas de nuestras fuentes de agua superan los límites reglamentarios de PFAS", afirma el autor principal del estudio, el catedrático de Ingeniería de la UNSW, Denis O'Carroll.
"Ya sabíamos que las PFAS están omnipresentes en el medio ambiente, pero me sorprendió descubrir la gran proporción de aguas de origen que superan los límites recomendados para el agua potable. Hablamos de más del 5 por ciento, y en algunos casos supera el 50 por ciento", ha añadido el investigador.
El equipo de investigación recopiló mediciones de PFAS de fuentes de todo el mundo, incluidos informes gubernamentales, bases de datos y literatura revisada por expertos. En total, cotejaron más de 45.000 puntos de datos, que abarcan aproximadamente 20 años.
PRIMER ESTUDIO SOBRE LAS PFAS A ESCALA MUNDIAL
El estudio también halló altas concentraciones de PFAS en muchos lugares del planeta por encima de los niveles recomendados de agua potable. Esto solía ocurrir en zonas donde se habían utilizado espumas contra incendios en el pasado, como instituciones militares e instalaciones de formación de bomberos.
En este punto, O'Carroll ha subrayado que "estas trazas de PFAS se encuentran en las fuentes de agua, como las presas, y no en el agua potable en sí: el agua potable pasa por plantas de tratamiento, algunas de las cuales están diseñadas para reducir la cantidad de sustancias químicas como los PFAS en nuestra agua antes de que salga del grifo".
"El agua potable es en gran medida segura, y yo no dudo en beberla. Tampoco sugiero que el agua embotellada sea mejor, porque no significa que hayan hecho nada distinto de lo que sale del grifo. Pero, desde luego, creo que vigilar los niveles de PFAS y facilitar el acceso a los datos merece la pena", ha expresado O'Carroll.
QUÉ CANTIDAD DE PFAS ES DEMASIADA
Para los investigadores, es probable que la mayoría de ciudadanos del mundo tengan niveles bajos de PFAS en el organismo. Pero los posibles riesgos para la salud de las sustancias químicas PFAS no se conocen bien y no se han consensuado universalmente, apuntan.
Según un grupo de expertos en salud del Gobierno australiano, las pruebas de que las PFAS supongan un daño clínicamente significativo para la salud humana son escasas o nulas.
Pese a ello, los organismos más importantes de EEUU y Europa sugieren que los PFAS están relacionados con resultados adversos para la salud, como un menor peso al nacer en los bebés, niveles más altos de colesterol, reducción de la función renal, enfermedades tiroideas, alteración de los niveles de hormonas sexuales, reducción de la respuesta a las vacunas y cánceres de hígado, riñón y testículos.
En 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el PFOA, un tipo de PFAS, carcinógeno humano de categoría uno.
Aunque los PFAS se han relacionado con muchas de estas consecuencias para la salud, no se ha demostrado necesariamente que las causen, pero dados los riesgos potenciales y la naturaleza "para siempre" de estas sustancias químicas, muchos organismos reguladores han endurecido el uso de PFAS y han introducido límites seguros para el agua potable como medida de precaución.
"Dos formas de PFAS suscitaron inicialmente preocupación hace unos 20 años: PFOS y PFOA", explica el profesor O'Carroll. "Estas sustancias químicas están reguladas en distinta medida en todo el mundo. En EE.UU., los límites propuestos para PFOS y PFOA en el agua potable son de cuatro nanogramos por litro", ha afirmado.
UN RIESGO SUBESTIMADO
El estudio sugiere que la contaminación real por PFAS en los recursos hídricos mundiales podría ser mayor de lo que se sospecha. Esto se debe, en parte, a que solo se controla y se regula un número limitado de los 14.000 PFAS existentes, y también a que los niveles de PFAS en los productos de consumo son más altos de lo esperado.
"Hay una cantidad realmente desconocida de PFAS que no estamos midiendo en el medio ambiente", afirma el profesor O'Carroll, quien añade que "los productos comerciales, como las prendas de vestir y los envases de alimentos, contienen muchos más PFAS de lo que creemos".
"Esto significa que probablemente estemos subestimando la carga medioambiental que suponen los PFAS", asegura.
El profesor O'Carroll y su equipo intentan ahora desarrollar su investigación cuantificando estos niveles de PFAS de productos comerciales en el medio ambiente.
También están trabajando para desarrollar tecnologías que puedan degradar las PFAS en los sistemas de agua potable, y estudiando el desarrollo de modelos predictivos que determinen adónde irán a parar las PFAS en el medio ambiente.
"Parte de esto consiste en averiguar cómo se asociarán las PFAS con las distintas partes del medio ambiente y de nuestro cuerpo, por ejemplo, las proteínas", dice el profesor O'Carroll.
Estos estudios se llevarán a cabo en los próximos dos años y se espera que estén terminados en 2026.
Mientras tanto, el profesor O'Carroll afirma que tanto los fabricantes como los consumidores deben tener cuidado y actuar con la debida diligencia cuando utilicen productos que contengan PFAS.