MÁLAGA, 13 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un estudio inédito de la Universidad de Málaga (UMA) replantea cómo surgieron las primeras epidemias en la historia humana a partir de una revisión de las infecciones producidas en Eurasia durante la prehistoria, documentadas con los últimos avances en el análisis de ADN antiguo.
El trabajo realizado por los investigadores del Área de Prehistoria de la UMA Víctor Jiménez y Andrea Martín pone de manifiesto que la llegada de la agricultura y la ganadería, hace unos 10.000 años, y, a menudo, también del sedentarismo produjo un importante cambio en los patrones de salud y enfermedad de las poblaciones de Europa y Asia a partir del Neolítico, originando la "primera transición epidemiológica" de la historia.
Entre otras cosas, según los autores de este trabajo, este momento de la prehistoria marcó un incremento considerable en la prevalencia de enfermedades contagiosas como la disentería, la fiebre de Malta, la salmonelosis o la malaria, pero, sobre todo, la peste.
Estos resultados han sido publicados en 'Documenta Praehistorica', la principal revista internacional en lo que respecta a la investigación interdisciplinar sobre el Neolítico, gestionada por la Universidad de Liubliana (Eslovenia).
"La introducción de la agricultura y la ganadería en el Neolítico puso a disposición de la gente más cantidad de comida, pero pronto esta ventaja se convirtió en desventaja, al empeorar la salud de estas poblaciones por una dieta de peor calidad y, sobre todo, por un aumento notable de las enfermedades infecciosas, creando las condiciones idóneas para epidemias a gran escala, probablemente las primeras con las que la humanidad tuvo que lidiar", han explicado los investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras, que para este estudio han recopilado toda la información publicada desde 2015 hasta el verano de 2025.
El aumento de la densidad poblacional, la convivencia con animales domesticados y los primeros asentamientos permanentes generaron, tal y como se revela en esta investigación, un entorno ideal para la aparición y transmisión de nuevos patógenos.
Tradicionalmente, el estudio de la prevalencia de las diferentes enfermedades infecciosas en la prehistoria, al no disponer de fuentes escritas, ha sido muy complicado, puesto que solo se podía acudir al análisis de los huesos humanos antiguos, y en concreto de las marcas que estas enfermedades dejaban en ellos.
"Esto tenía muchas limitaciones, ya que la mayor parte de las enfermedades infecciosas no deja marcas reconocibles en los huesos", han añadido.
Sin embargo, en los últimos diez años, la aplicación sistemática de análisis genético a restos humanos antiguos está aportando un "auténtico tsunami" de datos a los que hasta hace muy poco tiempo no se podía acceder.
Destacan, por encima de todo, dos nuevas fuentes de información. En concreto, por un lado, se ha empezado a obtener ADN de patógenos a partir de los dientes de personas que murieron hace milenios, lo que ha permitido reconocer directamente algunos de los virus o bacterias que las habían infectado miles de años antes de lo que se creía.
Por otro, se ha podido observar que el ADN humano en Asia y Europa cambió a lo largo de los últimos milenios de la Prehistoria para adaptarse a la alta presencia de patógenos en esa época. Es decir, su genética se modificó, de manera que su sistema inmunitario se reforzó para hacerse más resistente a las numerosas infecciones.
Por tanto, el ADN antiguo está transformando la comprensión de la salud humana en el pasado, permitiendo constatar que la aparición de las enfermedades infecciosas fue un proceso gradual y profundamente ligado a los cambios sociales y ambientales de la prehistoria.