MADRID 24 Jun. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) asegura que los mayores de 65 años son los personas que "corren más riesgo" por el calor, al "responder peor a las temperaturas extremas y porque la sensación de sed en ellos es menor", por lo que no demandan el agua que necesitan y la rapidez de la deshidratación es mayor.
Así lo asegura esta entidad con motivo de la llegada del verano y la subida de las temperaturas prevista para este fin de semana, en la que muchas provincias rozarán los 40 grados por una ola de calor de aire del norte de África. Además, añade, dicho riesgo se ve incrementado si la persona sufre sobrepeso, enfermedades crónicas o está medicado.
"Nuestro organismo está preparado para mantener una temperatura casi constante; alrededor de los 36-37 grados", afirma la doctora Lourdes Ausín, geriatra de la Residencia Pública Parquesol de Castilla y León y miembro de la SEGG.
De hecho, cuando la temperatura externa está alrededor de los 20 grados centígrados se puede hablar de equilibrio térmico pero, si la temperatura exterior sufre variaciones importantes, el complejo mecanismo termostático del cuerpo se dispara, "entra en alarma y genera mecanismos de compensación para que nuestro organismo permanezca estable.
Además, "si la temperatura es elevada, y aún más si la humedad del ambiente es alta o se está realizando algún ejercicio o actividad física, se pueden sufrir agresiones térmicas que podrían derivar en situaciones de alto riesgo para la vida", continúa la doctora.
El mayor problema aparece cuando la temperatura del organismo rebasa los 41 grados ya que, en esos casos, se produce una hipertermia, superando los mecanismos de regulación térmica y originando el temido golpe de calor, situación en la que el organismo ya no puede responder a las altas temperaturas con repercusiones tan graves que podría llevar a un fracaso orgánico irreversible.
Los síntomas de la hipertermia son dolor de cabeza, sensación de boca seca y pastosa, náuseas, vómitos, mareos, escalofríos, desorientación, piel seca y enrojecida, disminución de la respuestas, perdida de conciencia o confusión y no sudoración ante las temperaturas altas, explica Lourdes Ausín.
El principal mecanismo ante un incremento de la temperatura corporal es una dilatación de los pequeños vasos periféricos para favorecer el paso de la sangre por la piel. Esto, unido a un aumento de la sudoración, hace que se pierda calor por evaporación, lo que puede llevar a una perdida importantísima de líquidos que repercute a nivel de los distintos órganos (riñón, corazón, cerebro), apunta Ausín.
Para evitar todos estos problemas a las personas mayores, es esencial la prevención mediante la ingesta de líquidos y comidas ligeras, evitando así pesadas digestiones.
Asimismo, se debe evitar la exposición al sol cuando las temperaturas son elevadas, no realizar ejercicio ni deportes que aumenten el esfuerzo y la sudoración en momentos de calor, mantener la casa fresca y ventilada, no permanecer en vehículos estacionados o cerrados, y evitar llevar ropa ajustada y elegir tejidos ligeros, como el algodón y de colores claros.