MADRID 26 Ago. (EUROPA PRESS) -
La generalización del uso de pantallas en edades cada vez más tempranas y la consiguiente dificultad para vigilar estas conductas, ajenas a la escuela, pero relacionadas con ella por cuanto implican al alumnado, favorecen los casos de acoso a través de medios electrónicos o ciberbullying, denuncia la vicepresidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), Teresa Cenarro.
Así, añade que a través de las consultas de Atención Primaria, cada vez se detectan a niños, víctimas de ciberacoso, "más pequeños", desde los 8 años. En este sentido, la AEPap considera preciso implementar medidas de detección precoz y prevención desde el primer día de curso en las familias y las aulas.
De acuerdo con el Estudio Estatal sobre la Convivencia Escolar en Centros de Educación Primaria, publicado en 2023 por el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar dependiente del Ministerio de Educación, hasta un 9,5% del alumnado menor de 12 años dice haber sido víctima en alguna ocasión de acoso escolar y, un 9,2%, de ciberacoso. La situación empeora en Secundaria, cuando casi el 20% de los estudiantes refiere conductas de acoso.
La dificultad de los menores víctimas y de su entorno para comunicar problemas como estos hacen que las situaciones en ocasiones pasen desapercibidas, por lo que las familias y docentes deben estar atentos a algunos signos, señala la AEPap. Ante este problema, la pediatra de Atención Primaria del Centro de Salud Villa del Prado, en Madrid, Marta Torrejón, explica que algunas señales de alerta de que un niño o adolescente es víctima de acoso en la escuela son el empeoramiento del rendimiento escolar; los cambios de comportamiento llamativos, que pueden pasar porque el menor esté más irascible; negativa a realizar actividades que previamente le gustaban, etc. En cuanto a los niños con enfermedades crónicas, pueden sufrir una exacerbación".
Además, cuando las situaciones de violencia se dan directamente en el entorno escolar, "pueden darse hallazgos físicos, como moratones o arañazos, pero también hay que estar atentos a si el material escolar está dañado o desaparece", añade. En cuanto a las somatizaciones, pueden incluir vómitos, dolor abdominal, dolor de cabeza, angustia o ansiedad, así como problemas conductuales como tendencia al ánimo triste, mutismo selectivo y timidez extrema.
PERFILES Y CÓMO DETECTARLOS
La doctora Torrejón comenta que, aunque cualquier niño puede ser víctima de acoso, existen determinados perfiles con mayor riesgo. Entre ellos niños con comportamientos extremos, muy impulsivos o muy tímidos; los que han estado expuestos a violencia en su entorno familiar o han sido víctimas; con una apariencia física fuera de lo habitual; con sobrepeso u obesidad; colectivo LGTBI+; o aquellos con alguna patología crónica o mental.
En cuanto a los acosadores, suelen ejercer "un papel de líder negativo del grupo de amigos, incitando a otros compañeros a ejercer también comportamientos de acoso. Muestran falta de remordimiento y falta de empatía", afirma la experta. Igualmente, destaca la figura del "bully-victim", un niño que ha sufrido acoso en el pasado y puede convertirse en acosador.
Para detectar estas situaciones, la pediatra recomienda "escuchar de manera abierta y diseñar junto con el niño y, en la medida de lo posible, junto con el centro escolar, un 'plan de seguridad', que permitirá al menor ir al colegio tranquilo". Asimismo, aconseja guardar "fechas, lugares y personas involucradas como evidencia para documentar el acoso". Además, recomienda "buscar ayuda profesional y, si la situación lo requiere, consultar al pediatra de Atención Primaria", que también podrá evaluar la conveniencia de consultar a otros profesionales, como psicólogos especializados.
En cuanto a la detección de un perfil de acosador, la pediatra indica que "lo primero es el reconocimiento del problema y también en estos casos se debe buscar ayuda profesional para trabajar habilidades sociales positivas".
En caso de ciberbullying, la experta indica que es necesario contactar con el responsable de la web para que retire los contenidos vejatorios accesibles on line, y vigilar el uso de dispositivos electrónicos que realizan los menores. Finalmente, concluye que la base de la prevención debe ser la educación en valores, tanto en familia como en la escuela, trabajando "el respeto y la aceptación de lo diferente".