MADRID, 21 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un ensayo clínico realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco y los Institutos Gladstone (Estados Unidos) ha demostrado que la inmunoterapia puede activar células T que combaten el tumor en los ganglios linfáticos cercanos.
El tratamiento del cáncer implica habitualmente la extirpación de los ganglios linfáticos cercanos al tumor en caso de que contengan células cancerosas metastásicas.
Sin embargo, esta investigación, publicada en la revista científica 'Cell', sugiere que dejar los ganglios linfáticos intactos hasta después de la inmunoterapia podría aumentar la eficacia contra los tumores sólidos, de los que sólo una pequeña parte responde actualmente a estos nuevos tipos de tratamientos.
La mayoría de las inmunoterapias se dirigen únicamente a revigorizar las células T en el tumor, donde a menudo se agotan luchando contra las células cancerosas del tumor. Pero la nueva investigación demuestra que permitir que el tratamiento active también la respuesta inmunitaria de los ganglios linfáticos puede desempeñar un papel importante a la hora de impulsar una respuesta positiva a la inmunoterapia.
"Este trabajo cambia realmente nuestra forma de pensar sobre la importancia de mantener los ganglios linfáticos en el organismo durante el tratamiento", ha comentado el doctor Matt Spitzer, autor principal del estudio.
Los ganglios linfáticos suelen extirparse porque suelen ser el primer lugar donde aparecen células cancerosas metastásicas y, sin cirugía, puede ser difícil determinar si los ganglios contienen metástasis.
"La inmunoterapia está diseñada para poner en marcha la respuesta inmunitaria, pero cuando extirpamos los ganglios linfáticos cercanos antes del tratamiento, básicamente estamos eliminando los lugares clave donde viven las células T y donde pueden activarse", ha detallado Spitzer, quien señala que las pruebas que respaldan la extirpación de los ganglios linfáticos proceden de estudios más antiguos, anteriores al uso de las inmunoterapias actuales.
APUNTAR A LOS GANGLIOS LINFÁTICOS, NO AL TUMOR
Los investigadores han estado trabajando en gran medida bajo el supuesto de que la inmunoterapia contra el cáncer funciona estimulando las células inmunes dentro del tumor. Pero en un estudio de 2017 en ratones, Spitzer demostró que los medicamentos de inmunoterapia en realidad activan los ganglios linfáticos.
"Ese estudio cambió nuestra comprensión de cómo estas terapias podrían estar funcionando", ha resaltado el investigador. En lugar de que la inmunoterapia bombee las células T en el tumor, dijo, las células T en los ganglios linfáticos son probablemente la fuente para las células T que circulan en la sangre. Estas células circulantes pueden entrar en el tumor y destruir las células cancerosas.
Tras demostrar que los ganglios linfáticos intactos pueden atemperar el avance del cáncer en ratones, el equipo de Spitzer quería saber si ocurriría lo mismo en pacientes humanos. Decidieron diseñar un ensayo para pacientes con cáncer de cabeza y cuello, debido al elevado número de ganglios linfáticos en esas zonas.
En el ensayo participaron 12 pacientes cuyos tumores aún no habían hecho metástasis más allá de los ganglios linfáticos. Normalmente, estos pacientes se someten a una intervención quirúrgica para extirpar el tumor, seguida de otros tratamientos si se recomiendan.
En su lugar, los pacientes recibieron un único ciclo de un fármaco de inmunoterapia llamado atezolizumab (anti-PD-L1) que produce Genentech, patrocinador del ensayo. Una o dos semanas después, el equipo de Spitzer midió en qué medida el tratamiento activaba el sistema inmunitario de los pacientes.
El tratamiento también incluyó la extirpación quirúrgica del tumor y los ganglios linfáticos cercanos de cada paciente después de la inmunoterapia y el análisis de cómo les afectaba la inmunoterapia.
El equipo descubrió que, tras la inmunoterapia, las células T de los ganglios linfáticos, que eliminan el cáncer, empezaron a entrar en acción. También detectaron un mayor número de células inmunitarias relacionadas en la sangre de los pacientes.
Según sus resultados, las metástasis deterioraban la respuesta inmunitaria en relación con lo que veíamos en los ganglios linfáticos sanos. Según Spitzer, podría ser que las células T de estos ganglios metastásicos estuvieran menos activadas por la terapia. De ser así, eso podría explicar, en parte, los malos resultados de algunos tratamientos de inmunoterapia.
Aun así, la terapia provocó suficiente actividad de células T en los ganglios linfáticos metastásicos como para considerar la posibilidad de dejarlos durante un breve periodo de tiempo hasta que finalice el tratamiento.
"Probablemente siga siendo importante extirpar los ganglios linfáticos con células cancerosas metastásicas, pero extraerlos antes del tratamiento con inmunoterapia puede ser tirar el bebé junto con el agua de la bañera", ha afirmado Spitzer.
Otro objetivo del ensayo es determinar si la administración de inmunoterapia antes de la cirugía protege contra la reaparición de tumores en el futuro. Los investigadores no sabrán la respuesta hasta que hayan tenido la oportunidad de controlar a los participantes durante varios años.
A continuación, el equipo planea estudiar mejores tratamientos para los pacientes con ganglios linfáticos metastásicos, utilizando fármacos que serían más eficaces para reactivar sus respuestas inmunitarias.