MADRID 9 Abr. (EUROPA PRESS) -
La galectina-1 previene mecanismos patológicos implicados en estenosis aórtica, una enfermedad cardiovascular cuya prevalencia es del 3,4 por ciento, según un estudio con participación del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad y discapacidad a nivel mundial y suponen un gasto sanitario en aumento debido al envejecimiento de la población. En concreto, la estenosis aórtica calcificada es una de las formas más frecuentes de enfermedad de las válvulas cardiacas.
La prevalencia de esta patología se estima en torno al 3,4 por ciento en pacientes mayores de 75 años, y aumenta notablemente con la edad. Así, se calcula que en España hay unas 145.469 personas con estenosis aórtica calcificada, teniendo en cuenta solo al grupo de mayores de 75 años.
A grandes rasgos, conlleva la calcificación y degeneración de la válvula aórtica, dando lugar al reemplazo de tejido valvular por tejido óseo y al estrechamiento de la misma. La apertura de la válvula aórtica queda comprometida y, de ese modo, la distribución de sangre al resto del cuerpo.
En cuanto a su abordaje, actualmente no existe tratamiento farmacológico efectivo que altere la evolución de la enfermedad, siendo el recambio de la válvula aórtica la única vía para mejorar los síntomas y la supervivencia a largo plazo.
Por todo ello, resulta un reto clave para la investigación la identificación de nuevos mecanismos implicados en esta patología, así como la búsqueda de nuevas terapias para prevenir la mortalidad asociada a estas enfermedades.
En este campo, una nueva investigación publicada en 'Faseb Journal' ha demostrado la presencia de galectina-1 en válvulas aórticas estenóticas, siendo los niveles de esta galectina superiores en las válvulas de hombres en relación a mujeres.
Es relevante destacar que estas diferencias sugieren la necesidad de desarrollar tratamientos específicos del sexo, pues la evolución, presentación y respuesta terapéutica de la enfermedad difiere entre géneros, explican los autores del trabajo, que añaden que todo ello avala la inversión en investigación con el fin de mejorar las terapias actuales.
Estudios clínicos previos mostraron que las válvulas de hombres y mujeres son diferentes, en concreto, las mujeres presentan menor grado de calcificación y mayor fibrosis valvular que los hombres. En este sentido, "los niveles elevados de galectina-1 pueden estar relacionados con el mayor número de células intersticiales valvulares de fenotipo osteoblástico en las válvulas aórticas de hombres", comenta la autora principal del estudio, Eva Jover.
Con la intención de entender los posibles mecanismos que subyacen a los hallazgos en tejidos valvulares de pacientes, los autores plantearon hacer estudios con este tipo de células en cultivo en presencia de estrógeno, la hormona sexual femenina.
"Interesantemente, pudimos comprobar que los estrógenos eran capaces de regular la expresión y secreción de galectina-1 solo en células intersticiales valvulares de mujeres, mientras que no tuvieron efecto en las procedentes de hombres", afirma por su parte Natalia López de Andrés, otra de las investigadoras.
Estudios previos de los grupos del CONICET y del CIBER habían demostrado un efecto cardioprotector y antiinflamatorio en modelos experimentales de infarto de miocardio y aterosclerosis. En este sentido, el efecto de galectina-1 en los mecanismos implicados en estenosis aórtica era desconocido.
El estudio demostró que "el tratamiento con galectina-1 fue capaz de prevenir mediadores inflamatorios y de calcificación de CIV, lo que plantea la posibilidad de evaluar el potencial de esta galectina como una posible diana terapéutica en la estenosis aórtica", indica el investigador del CIBERCV en el IIS-FJD-UAM, José Luis Martín Ventura.
No obstante, "desde un punto de vista clínico, se justifica una mayor investigación para trasladar estos hallazgos al paciente, así como la contribución de galectina-1 a los mecanismos implicados en la estenosis aórtica", concluye el integrante del grupo de investigadores, Gabriel Rabinovich.