Fuster aboga por promover la salud cardiovascular para cambiar una epidemia que es más adquirida que genética

Valentín Fuster
BERBES
Actualizado: lunes, 1 octubre 2012 20:30

MADRID, 1 Oct. (EUROPA PRESS) -

El director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNI), Valentín Fuster, ha abogado por promover la salud cardiovascular para cambiar una epidemia que, a su juicio, tiene "es más adquirida genética".

Durante su conferencia en la inauguración de la I Jornada de Actualización Cardiovascular, celebrado en Madrid, y en la que abogó por ahondar en la promoción de la salud cardiovascular para revertir una epidemia "difícil de controlar, porque nos creemos invulnerables", especialmente en lo que se refiere al infarto de miocardio, "que es básicamente una enfermedad adquirida, más que genética".

Asimismo, Fuster ha realizado una visión histórica de la enfermedad cardiovascular y de la tecnología de imagen no invasiva para detectarla, empezando por la primera definición del infarto de miocardio, en 1878, y por la 'placa vulnerable'. "En el 75 por ciento de los casos el infarto de miocardio se produce porque se rompe una placa arteriosclerótica débil con mucho colesterol, lo que produce una úlcera y un coágulo de sangre que bloquea la arteria, y finalmente provoca el infarto, mientras que en el 20-25 por ciento la placa es muy avanzada, sin cubierta de endotelio y la sangre coagula sin que haya una úlcera ni ruptura de placa porque hay una hipercoagulabilidad de la sangre", ha explicado.

En este sentido, el prestigioso cardiólogo ha recordado que el infarto es una excepción, ya que, ha explicado, se rompen "muchísimas placas" y el infarto es una de ellas en la que hay un trombo que ocluye completamente, pero de cada 20 placas que se rompen sólo una provoca un infarto de miocardio, mientras que el resto hace que la enfermedad avance.

En el plano diagnóstico de la enfermedad compleja coronaria, Fuster ha destacado también el papel de las tecnologías de imagen no invasivas, como la Tomografía Computerizada con Inyección, que permite ver las arterias coronarias, aunque no las placas; y ha hecho lo propio con las vinculadas a la detección de la enfermedad cerebral, donde "la resonancia magnética permite ver las arterias que van al cerebro y dónde está el colesterol, y la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) nos deja ver dónde está la inflamación".

PATOLOGÍA CARDIACA ISQUÉMICA

Por otra parte, el director del CNIC ha insistido también en el carácter adquirido de la patología cardiaca isquémica, según las conclusiones de un importante estudio iniciado hace cuatro años y en el que participa.

"La genética contribuye, pero ésta es básicamente una enfermedad adquirida de la conducta, ya que el 95 por ciento de los infartos de miocardio se dan en individuos que tienden a tener al menos uno, pero generalmente dos o más factores de riesgo de los que se suelen mencionar, tales como la obesidad, el tabaquismo, la presión arterial alta, el sedentarismo, el incorrecto cumplimiento terapéutico, la diabetes, una incorrecta alimentación o la hipercolesterolemia familiar", ha recalcado.

Ante éstos, ha abogado por una actitud comprensiva en el médico y no crítica, para entender por qué un individuo llega a las situaciones de riesgo para esta enfermedad, y ha explicado datos según los cuales con dos factores de riesgo, hay una posibilidades del 25 por ciento de sufrir un accidente de infarto de miocardio o cerebral en 10 años, y un 75 por ciento en 30 años, lo que obliga a mirar a largo plazo.

Asimismo, Fuster ha subrayado el enorme impacto de aceleración de esta enfermedad en la patología cerebral, tanto vascular como degenerativa, la importancia de las nuevas tecnologías para su diagnóstico. "Especialmente de la tecnología 3D, en menos de cinco años, con menos de 100 dólares, se podrá identificar población de riesgo para poder aplicar un cambio radical de conducta de vida", ha recalcado.

Finalmente, el director del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinaí ha abogado por luchar por un cambio terminológico favorable para todos y ha instado a los gobiernos a incrementar esfuerzos dirigidos a la enfermedad crónica ya que, a menudo, "sólo les interesan los elementos agudos"; a mejorar la comunicación intersectorial, y a trabajar en el abordaje de esta enfermedad desde las bases científicas.