MADRID, 10 Sep. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio sugiere que se producen cambios en la función inmune hasta 5 años antes del diagnóstico de un tumor cerebral, que normalmente produce síntomas sólo tres meses antes de que se detecte. Mediante el uso de muestras de sangre recogidas en promedio 15 años antes del diagnóstico de tumor cerebral para analizar las interacciones entre 12 proteínas relacionadas con las alergias, los científicos observaron cómo esas relaciones difieren entre las personas más tarde diagnosticadas con tumores cerebrales y los individuos de control sin cáncer.
Entre las personas que fueron diagnosticadas posteriormente con el tumor cerebral llamado glioma, el análisis de muestras de sangre mostró que estas proteínas del sistema inmune se habían enviado un menor número de señales entre sí hasta cinco años antes del diagnóstico. Por el contrario, las interacciones se mantuvieron fuertes entre los controles sanos.
"Ahora, los médicos no tienen ninguna manera de detectar los tumores hasta que los pacientes sufren síntomas, que suelen ser tres meses antes del diagnóstico. Yo ví algo cinco años antes", afirma la directora del estudio, Judith Schwartzbaum, profesora asociada de Epidemiología en la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos.
Las proteínas analizadas, llamadas citoquinas, son las que se activan durante una respuesta inmune relacionada con la alergia y se seleccionaron para este estudio debido a su implicación con las alergias, que se han vinculado con un menor riesgo de glioma y su forma más grave, el glioblastoma.
Los glioblastomas constituyen hasta el 60 por ciento de los tumores de adultos en el cerebro en Estados Unidos, afectando a un estimado de 5 de cada 100.000 personas. Los pacientes que se someten a cirugía, radiación y quimioterapia sobreviven, en promedio, alrededor de un año después del diagnóstico, con menos de una cuarta parte de los pacientes que sobreviven hasta dos años y menos del 10 por ciento que sigien vivos pasados cinco años.
Estos tumores tienen el poder de suprimir el sistema inmunológico, lo que les permite crecer, y los hallazgos, que se describen en un artículo que se publica en 'Plos One', sugieren que el desarrollo temprano del tumor podría conducir a cambios en la función inmune detectables años antes del diagnóstico de cáncer.
"Los cambios que vemos en la función inmune sugieren que hay alteraciones localizadas mucho antes del momento normal del diagnóstico del tumor", señala Schwartzbaum, también investigador en el Centro Integral del Cáncer de Ohio. "No puedo decir cuáles son las citoquinas más importantes porque están todas relacionados entre sí y no actúan solas. Pero veo a un debilitamiento en la totalidad de sus relaciones en pacientes con glioma dentro de los cinco años anteriores al diagnóstico y nada igual que entre los controles", detalla.
El equipo tuvo acceso al 'Janus Serum Bank' de Noruega, un banco que contiene muestras obtenidas de ciudadanos durante sus evaluaciones médicas anuales o de donantes voluntarios de sangre durante los últimos 40 años. Noruega también ha registrado todos los nuevos casos de cáncer en el país desde 1953 y los números de identificación personal permitirán hacer referencias cruzadas de aquellos casos con muestras de sangre tomadas con anterioridad.
Para este estudio, los científicos analizaron citoquinas en muestras de suero sanguíneo de 487 personas diagnosticadas con glioma (315 de los cuales eran glioblastoma) y 487 controles que permanecieron libres de cáncer cerebral. Las muestras de sangre se habían tomado un promedio de 15 años antes de que los individuos que desarrollaron tumores recibieron el diagnóstico.
Cuando Schwartzbaum investigó las correlaciones entre las proteínas relacionadas con la alergia en toda la muestra, encontró diferencias significativas entre las personas posteriormente diagnosticados con tumor cerebral y los controles. Sin embargo, cuando se redujo el análisis a 55 muestras de pacientes cuya sangre se tomaron cinco o menos años antes de un diagnóstico de glioma o glioblastoma, surgió claramente la interacción entre la disminución de citoquinas en las personas que desarrollaron tumores.
"Los matemáticos que modelaron los cambios en la función inmune en pacientes con glioma sugieren que esto significa que el tumor está empezando a dirigir o suprimir la activación inmune local. Y eso tiene sentido", subraya esta experta. Aunque esta muestra de casos representa extracciones de sangre dentro de los cinco años hasta el diagnóstico, el tiempo medio de diagnóstico fue de tres años.
LAS ALERGIAS, ESCUDOS CONTRA ESTOS TUMORES
Entre todo el grupo de muestras de sangre, los autores hallaron otra relación de las citoquinas que sugiere que las alergias protegen contra este tipo específico de tumor. Hasta 20 años antes del diagnóstico, el análisis mostró que los niveles altos de la proteína IL-4, que se produce en exceso en las personas con alergias, se vinculó con una menor probabilidad de desarrollar un glioma en el futuro.
La asociación se mantuvo cuando se tuvo en cuenta otra proteína y las interacciones entre los dos. "Esto podría significar esta interacción de citoquinas tiene un efecto preventivo 20 años antes de que un tumor fuera propenso a desarrollarse", sugiere Schwartzbaum.
Este hallazgo apoya resultados previos que sugieren que las alergias reducen el riesgo de glioma. Como estos tumores influyen en el sistema inmune, los investigadores todavía no están seguros de si las alergias disminuyen el riesgo de cáncer o si, antes del diagnóstico, estos tumores interfieren con la respuesta inmunitaria hipersensible a los alérgenos.
El grupo de Schwartzbaum había informado anteriormente de que los hombres y las mujeres cuya sangre muestras contenían anticuerpos relacionados con alergias presentaban un riesgo casi un 50 por ciento menor de desarrollar glioma 20 años más tarde en comparación con individuos sin síntomas de alergias.