¿Fumas o bebes? Cuidado, puede incrementar el riesgo de problemas en una cirugía

Archivo - Artroscopia, cirugía rodilla
Archivo - Artroscopia, cirugía rodilla - ISTOCK/MARCUS CHUNG - Archivo
Publicado: lunes, 14 noviembre 2022 11:31


MADRID, 14 Nov. (EUROPA PRESS) -

Las personas que fuman y consumen varias bebidas alcohólicas al día tienen más problemas con las cirugías, pero hablar de los riesgos antes de la operación podría ayudar a evitarlos, según dos estudios realizados por la Universidad de Michigan (Estados Unidos).

La investigación muestra que las personas que se iban a someter a cirugía que hablaron con un entrenador de salud sobre los riesgos quirúrgicos relacionados con la bebida en las semanas previas a su operación pudieron reducir su consumo de alcohol a la mitad en promedio. Muchos se abstuvieron por completo de consumir alcohol, lo que les hizo estar mejor preparados para la operación y más sanos en general.

"Tanto el tabaquismo como el consumo excesivo de alcohol son problemas de salud crónicos que se han relacionado con complicaciones quirúrgicas graves y reingresos en personas que se someten a una operación, pero nunca se han estudiado juntos. Ahora, la cuestión es si podemos transmitir esta información de manera que pueda motivar a las personas a cambiar su comportamiento para reducir sus riesgos a corto y largo plazo. ¿Podemos aprovechar un acontecimiento médico al que alguien se enfrentará en el próximo mes para hacer un cambio durante un periodo aún más largo?", dice Anne Fernández, líder del estudio.

El primer estudio, publicado en la revista científica 'Annals of Surgery', utilizó datos de un registro quirúrgico estatal llamado Michigan Surgical Quality Collaborative. El estudio se basa en datos de 200.816 pacientes que se sometieron a 11 tipos de cirugía general entre 2012 y 2018 en 69 hospitales de Michigan.

La investigación evidencia que las personas que beben dos o más bebidas alcohólicas al día, y que además han fumado cigarrillos en el último año, tenían una probabilidad significativamente mayor de acabar de nuevo en el quirófano, en el hospital o en urgencias que los que sólo hacen una de esas cosas o ninguna de ellas.

Los que tenían ambos hábitos también tenían más posibilidades de sufrir una infección, un coágulo o algún otro tipo de complicación postoperatoria.

En total, el 1,4 por ciento tenía tanto hábitos de consumo de riesgo como era fumador de cigarrillos; otro 1,4 por ciento tenía hábitos de consumo de riesgo pero no fumaba, y el 22 por ciento fumaba pero no tenía patrones de consumo de riesgo. El 75 por ciento restante no informó de patrones de consumo de riesgo y no fumaba.

Fernández y sus colegas analizaron las complicaciones quirúrgicas, las reoperaciones, los reingresos en el hospital y las visitas al servicio de urgencias en los 30 días siguientes a la operación y corrigieron muchos factores sanitarios y demográficos.

Los que tenían hábitos de riesgo en el consumo de alcohol y también fumaban tenían un 77 por ciento más de probabilidades de necesitar una segunda operación que los que no fumaban y no tenían hábitos de riesgo en el consumo de alcohol.

Los que fumaban y tenían hábitos de riesgo en el consumo de alcohol también tenían más probabilidades de sufrir una complicación quirúrgica, otra hospitalización o una visita a urgencias, en comparación con los que no fumaban y no bebían de forma arriesgada.

Los que presentaban tanto factores de riesgo de fumar como de beber también tenían más probabilidades de sufrir problemas relacionados con la cirugía que los que sólo fumaban o sólo bebían a niveles de riesgo. Investigaciones anteriores habían demostrado los riesgos relacionados con el tabaco y el alcohol, pero éste fue el primer estudio que demostró los riesgos aditivos de fumar y beber a niveles de riesgo.

En el otro trabajo, publicado en la revista científica 'Surgery', los investigadores utilizaron el Test de Identificación de Trastornos por Consumo de Alcohol, estandarizado y validado, para examinar a las personas que tenían programada una intervención quirúrgica electiva en Michigan Medicine, e identificaron a 51 personas que obtuvieron una puntuación de "riesgo", lo que sugería que debían ser evaluadas más a fondo para detectar un trastorno por consumo de alcohol.

A continuación, asignaron aleatoriamente a estos pacientes a uno de los dos enfoques en los que un entrenador de salud hablaba con ellos sobre los riesgos de la cirugía relacionados con el alcohol, ya sea brevemente en una sesión de 10 minutos, o en un enfoque más intensivo que incluía dos sesiones de 45 minutos que incluían entrevistas motivacionales y establecimiento de objetivos.

Después, pidieron a los participantes que informaran de su nivel de consumo de alcohol un mes y cuatro meses después, y también analizaron la sangre de los pacientes para detectar indicios de consumo de alcohol.

En ambos grupos, el de educación menos intensiva y el de entrenamiento más intensivo, el consumo semanal de alcohol declarado por los pacientes disminuyó entre un 50 y un 60 por ciento. Los biomarcadores demostraron que sus autoinformes eran precisos.

El equipo desarrolló el método a partir de entrevistas en profundidad a pacientes con patrones de consumo de riesgo. Esas entrevistas demostraron que un enfoque de "coaching de salud" que no estigmatiza el consumo de alcohol ni utiliza un lenguaje relacionado con la adicción, sino que se centra en las consecuencias del consumo de alcohol para la salud de las personas que se someten a una intervención quirúrgica, sería el más aceptado.