MADRID, 4 Dic. (EUROPA PRESS) -
El flujo sanguíneo cerebral (CBF, por sus siglas en inglés) en regiones clave de los cerebros de los recién nacidos se altera en bebés muy prematuros y puede proporcionar una señal de advertencia temprana de alteración de la madurez cerebral mucho antes de que dicha lesión sea visible en imágenes convencionales, según un estudio observacional prospectivo que se publica este lunes en 'The Journal of Pediatrics'.
"Durante el tercer trimestre del embarazo, el cerebro del feto experimenta un crecimiento sin precedentes. Para potenciar ese crecimiento, el flujo sanguíneo cerebral se incrementa y proporciona el oxígeno y los nutrientes adicionales necesarios para alimentar el desarrollo normal del cerebro", explica la autora principal del estudio, Catherine Limperopoulos, directora del Laboratorio de Investigación del Cerebro en Desarrollo en el Sistema Nacional de Salud Infantil, en Washington, Estados Unidos.
"En los embarazos a término, estas estructuras cerebrales críticas maduran dentro del útero protector donde el feto puede escuchar a la madre y los latidos de su corazón, lo que estimula la maduración cerebral adicional. Sin embargo, para los bebés nacidos prematuros este esencial proceso de maduración ocurre en entornos a menudo despojados de tales estímulos", detalla esta experta.
Los investigadores confiaron en el etiquetado de espín arterial (ASL, por sus siglas en inglés) de resonancia magnética (RM), una técnica no invasiva que marca la porción de agua de la sangre para determinar cómo fluye la sangre a través del cerebro de los bebés con el fin de describir qué regiones reciben o no suficiente suministro de sangre. El trabajo de imagen puede realizarse sin un agente de contraste, ya que el agua de la sangre arterial ilumina el camino recorrido por la sangre cerebral.
"En nuestro estudio, los recién nacidos muy prematuros tenían un mayor flujo sanguíneo cerebral cortical absoluto en comparación con los bebés a término. Sin embargo, dentro de las regiones, la ínsula (una región crítica para experimentar emociones), corteza cingulada anterior (un área involucrada en procesos cognitivos) y la corteza auditiva (una zona implicada en el procesamiento del sonido) de los bebés prematuros recibió un volumen significativamente menor de sangre, en comparación con los bebés prematuros. Para los recién nacidos prematuros, la lesión cerebral parenquimatosa y la necesidad de soporte vasopresor cardiaco se correlacionaron con una disminución del CBF regional", señala Limperopoulos.
UNA POSIBLE ADVERTENCIA DE TRASTORNOS DE DESARROLLO NEUROLÓGICO A LARGO PLAZO
El equipo estudió a 98 recién nacidos prematuros que nacieron entre junio de 2012 y diciembre de 2015, tenían menos de 32 semanas de gestación al nacer y pesaban menos de 1.500 gramos. Los investigadores emparejaron a esos bebés prematuros por edad gestacional con 104 bebés que habían nacido a término y se les realizaron resonancias magnéticas cerebrales mientras dormían.
La sangre fluye donde más se necesita con áreas del cerebro que se usan con mayor intensidad obteniendo más oxígeno y nutrientes. Por lo tanto, durante el desarrollo del cerebro, el CBF es un buen indicador de la maduración funcional del cerebro, ya que las áreas del cerebro que están las más activas metabólicamente necesitan más sangre.
"La maduración continua del cerebro del recién nacido se puede ver en el patrón de distribución del flujo sanguíneo cerebral, con el mayor volumen de sangre que viaja al tronco encefálico y la sustancia gris profunda", apunta otro de los miembros del equipo de investigación, la doctora Marine Bouyssi-Kobar.
"Debido a la nítida resolución que proporcionan las imágenes de ASL-MR, nuestro estudio encuentra que, además del tronco encefálico y la sustancia gris profunda, la ínsula y las áreas del cerebro responsables de las funciones sensoriales y motoras también se encuentran entre las regiones más oxigenadas. Esto subraya la importancia crítica de estas regiones cerebrales en el desarrollo temprano del cerebro. En los bebés prematuros, la ínsula puede ser particularmente vulnerable a las tensiones adicionales de la vida fuera del útero", agrega.
Y Limperopoulos concluye: "El desarrollo alterado de la ínsula y la corteza cingulada anterior en los recién nacidos puede representar señales tempranas de advertencia de los bebés prematuros con mayor riesgo de trastornos del desarrollo neurológico a largo plazo".