MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un estudio liderado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha revelado que la flexibilidad cognitiva --entendida como la capacidad para adaptarse a nueva información en escenarios cambiantes--, y no la personalidad, explica por qué algunas personas se precipitan en sus decisiones sin reunir suficiente información.
En un comunicado enviado este martes, la UAM ha detallado que el estudio, publicado en la revista 'Behavioral Sciences', tenía como objetivo explorar el sesgo conocido como 'jumping to conclusions' (JTC) (saltar a conclusiones, en español), en contextos de incertidumbre.
Para ello, se combinaron tareas experimentales con análisis de personalidad para identificar distintos perfiles de toma de decisiones. En total, participaron 200 estudiantes universitarios que completaron pruebas diseñadas para evaluar su estilo de tomar decisiones, su capacidad de control cognitivo y rasgos de personalidad relacionados con la aversión al riesgo o la búsqueda de recompensa.
TRES PERFILES DE COMPORTAMIENTO
Los investigadores identificaron tres perfiles distintos de comportamiento en la toma de decisiones bajo incertidumbre, en función de la cantidad de información que los participantes reunían antes de decidir.
El primero, el de recolectores mínimos de evidencia, engloba al 11,4% de los encuestados. Estos tomaban decisiones rápidas con muy poca información, lo que evidenció el sesgo JTC.
Con un porcentaje similar, del 11,9%, apareció el grupo de recolectores moderados, que equilibraba velocidad y cautela. Y, por último, estaban los recolectores extensivos, con un 71,5%, que recopilaban la mayor cantidad posible de información antes de decidir y mostraban un estilo más reflexivo.
La variable que mejor explicó estas diferencias fue la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad para adaptarse a nueva información en escenarios cambiantes. Este rasgo, medido mediante tareas específicas, permitió predecir con mayor precisión a qué grupo pertenecía cada participante. En cambio, la estabilidad cognitiva, entendida como la habilidad para mantener el foco en los objetivos, no mostró sensibilidad al nivel de incertidumbre de las tareas.
"Los individuos con mayor flexibilidad cognitiva se ajustan mejor a contextos inciertos y tienden menos a tomar decisiones impulsivas. Esto sugiere que la capacidad de adaptación, más que la rigidez o la impulsividad, determina cómo enfrentamos la falta de certezas", han explicado los autores.
"NO ES CUESTIÓN DE PERSONALIDAD"
A diferencia de lo que proponen algunas teorías clásicas, los rasgos de personalidad evaluados mediante el modelo BIS/BAS (aversión al castigo y búsqueda de recompensa) no mostraron una relación significativa con el sesgo JTC. Esto indica que, al menos en contextos neutrales, sin recompensas ni consecuencias claras, los procesos cognitivos tienen un mayor peso que las disposiciones motivacionales.
En suma, el estudio destaca que comprender los mecanismos que subyacen al sesgo JTC tiene importantes implicaciones para el desarrollo de intervenciones personalizadas. Estas podrían beneficiar a personas con estilos de toma de decisiones más impulsivos, como quienes padecen trastornos de ansiedad, adicciones o conductas de riesgo, mediante programas de entrenamiento en funciones ejecutivas, en particular la flexibilidad cognitiva.
Por último, los autores sugieren seguir investigando cómo influyen factores afectivos como las emociones y las recompensas en la toma de decisiones cotidianas. "Las decisiones reales no se toman en laboratorios neutros, sino en contextos cargados de afecto e intereses. Entender cómo interactúan la cognición y la emoción será clave para diseñar estrategias más eficaces de intervención", han concluido.