Cómo la familia influye en tu forma de comer en Navidad

Archivo - Familia feliz comiendo en Navidad.
Archivo - Familia feliz comiendo en Navidad. - ALEKSANDARNAKIC/ISTOCK - Archivo
Infosalus
Publicado: lunes, 22 diciembre 2025 8:19

   MADRID, 22 Dic. (EUROPA PRESS) -

    Desde muy pequeños aprendemos a comer mucho más que alimentos: aprendemos rutinas, normas y emociones que se quedan con nosotros durante años. La familia, sin que apenas nos demos cuenta, influye en cómo nos relacionamos con la comida, qué sentimos al sentarnos a la mesa y cómo interpretamos lo que es “comer bien” o “comer mal”.

    En Navidad, cuando las comidas se alargan y las tradiciones familiares cobran protagonismo, esas enseñanzas vuelven a aparecer con más fuerza. Comentarios, hábitos heredados y dinámicas que parecían olvidadas pueden marcar cómo comemos y cómo nos sentimos. Entender ese vínculo es el primer paso para vivir las fiestas con más calma y menos culpa.

    Las investigaciones psicológicas demuestran que nuestras familias y nuestra crianza tienen un gran impacto en nuestra alimentación y nuestra relación con la comida. De hecho, estas influencias son tan profundas que pueden provocar que algunas personas teman visitar a la familia durante las festividades.

LA HUELLA DE LA FAMILIA EN TUS HÁBITOS ALIMENTICIOS

   Un nuevo estudio sobre psicología de la alimentación de la profesora de Psicología de la Salud en la Universidad de Surrey, Reino Unido, Jane Ogden profundiza sobre el impacto de la dinámica familiar en los patrones de alimentación. Además, ofrece consejos prácticos para fomentar relaciones más saludables con la comida y con la familia.

   En su nuevo libro, 'Cómo comer bien a cualquier edad', la profesora Ogden destaca cómo la familia en la que creciste puede moldear tu actitud hacia la comida de por vida. Los padres, en particular, desempeñan un papel fundamental al enseñar a los niños qué, cuándo y cómo comer.

   "Los niños de todas las edades aprenden qué comer y cuánto de sus padres", explica. "Hasta los 12 años aproximadamente, sus padres son sus modelos a seguir clave. Después de esa edad, aunque empiecen a sentir que sus amigos son más importantes y que estamos perdiendo el control, en secreto, siguen observando lo que hacen sus padres".

   Esta influencia se extiende más allá de la elección de alimentos y abarca las actitudes sobre la imagen corporal y el ejercicio. Los padres que modelan una alimentación saludable y un estilo de vida activo pueden inculcar en sus hijos hábitos para toda la vida. Así pues, las familias ejercen una influencia considerable en nuestra actitud hacia la comida. Además, se ha demostrado que comer socialmente también tiene un enorme impacto psicológico.

   En general, la comida puede unir a las personas, mejorar el bienestar y crear recuerdos imborrables, sugiere la profesora Ogden. De hecho, enfatiza los beneficios de comer juntos, sugiriendo que la comida puede fomentar la interacción social y mejorar el estado de ánimo: "La comida también puede contribuir al bienestar, ya que ofrece una fuente de placer, estructura y una excusa útil para pasar tiempo con amigos y familiares".

   La situación se vuelve más compleja cuando comprendemos que algunas creencias heredadas sobre la comida y la imagen corporal no son constructivas, y que la comida también puede utilizarse para gestionar las emociones, especialmente durante reuniones familiares estresantes.

Por ejemplo, la comida puede ayudar a regular emociones como el aburrimiento, la ansiedad o la soledad, lo cual puede ser particularmente difícil para alguien que se ha esforzado por mejorar su relación con la comida.

CÓMO LAS CREENCIAS HEREDADAS AFECTAN LA COMIDA EN NAVIDAD

   Otro desafío que las personas pueden enfrentar durante las reuniones festivas es el etiquetado de alimentos o hábitos alimenticios como "buenos" o "malos", un lenguaje que a menudo se transmite de generación en generación. Ogden sugiere que este tipo de lenguaje puede generar culpa, vergüenza y efectos rebote, donde las personas comen en exceso los mismos alimentos que intentaban evitar.

   En lugar de ello, promueve un enfoque equilibrado, redefiniendo suavemente los alimentos como "frecuentes" versus "ocasionales" y centrándose en la moderación en lugar de la restricción. "Intenta hablar de la comida de una forma que refuerce el comer cuando tienes hambre y dejar de comer cuando estás lleno, y que no convierta el tamaño corporal en un problema", aconseja la experta.

    A pesar de los posibles comentarios o consejos de familiares, la profesora Ogden advierte que las restricciones alimentarias estrictas pueden ser contraproducentes, provocando antojos, comer en exceso y sentimientos de culpa. Anima a las personas a centrarse en qué comer más, como frutas, verduras y comidas caseras, en lugar de qué evitar. Este enfoque positivo puede ayudar a construir una relación sostenible y equilibrada con la comida.

   Para aquellos que están preocupados por los excesos durante las vacaciones, ella sugiere autocompasión. "La comida puede ser una cuestión de socialización e interacción, no sólo de calorías y nutrición. Aspira a comer bien, pero luego sé amable contigo mismo cuando los estándares bajen y comas 'suficientemente bien'", explica, sugiriendo que, al evitar sentimientos de fracaso, la autocompasión puede fomentar un enfoque más saludable y sostenible hacia la alimentación.

   Para aquellos que ya tienen una relación compleja con la comida y tal vez estén buscando formas de romper ese ciclo con sus propios hijos, la profesora Ogden tiene un consejo. "Habla positivamente de la comida saludable", aconseja. "Di: 'Este pastel de pastor está buenísimo', 'Esta coliflor está crujiente' o 'Estas zanahorias son deliciosas'".

   El libro también advierte contra el uso de la comida como recompensa, ya que esto puede enseñar a los niños a asociar los alimentos poco saludables con el placer. En cambio, se anima a los padres a recompensar la alimentación saludable con elogios y sonrisas, fomentando así la preferencia por los alimentos nutritivos. Finalmente, el libro aconseja a los padres "comer alimentos saludables, no picar entre comidas, no comer en exceso ni comer poco y ser vistos probando nuevos alimentos y disfrutándolos".

   En el otro extremo del espectro, para quienes cuidan a un familiar mayor que todavía vive de forma independiente pero come menos, aconseja: "Somos una población que envejece y esto se convierte en un problema para muchas personas, ya que ven a sus padres adelgazar y no comer adecuadamente. La Navidad puede ser el momento de asegurarse de que realmente coman una comida casera".

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