MADRID 12 Sep. (EUROPA PRESS) -
La familia debe ser la principal fuente de apoyo en la vida de las personas y por ello, su implicación con el paciente con patología dual o adicción a drogas reconociendo las señales de alerta que avisan de recaídas, es clave en el proceso terapéutico para conseguir su completa recuperación, según el psiquiatra de la clínica de desintoxicación de Hospitales Nisa, Augusto Zafra.
El objetivo de reconocer estas señales es el de proporcionar un abordaje proactivo y constructivo para prevenirlas y aceptarlas. Los indicadores que avisan de un estancamiento o inicio de una recaída en el consumo son, entre otros, cambios en el estilo de vida, ruptura de rutinas, incumplir responsabilidades, negación u ocultación de ciertas actitudes confrontadas, deterioro de las relaciones afectivas protectoras.
Los familiares de los que padecen algún tipo de adicción sufren una importante pérdida de credibilidad y desconfianza a cualquier posibilidad de recuperación, generándose inicialmente una "posición negativa y de oposicionismo pasivo respecto a la recuperación", señala el experto.
En palabras de la coordinadora del centro de desintoxicación del Hospital Nisa Aguas Vivas, Alejandra González, "esta situación se fundamenta en diversos factores que tienen que ver con el sufrimiento acumulado a lo largo de los años, expectativas no resueltas, promesas rotas e incumplidas, antecedentes de comportamientos disrruptivos, discusiones en el seno familiar, o mentiras para perpetuar la enfermedad adictiva".
Expertos de la clínica han elaborado cinco factores fundamentales sobre los que debe asentarse la terapia familiar. Los allegados deben quedar integrados en el abordaje terapéutico desde el inicio del tratamiento. Si los parientes conocen que la adicción es una enfermedad que necesita ayuda y asesoramiento de profesionales, se involucran de forma activa en el tratamiento y el paciente tiene un mejor pronóstico.
Además, deben usar las herramientas adquiridas durante las terapias y aplicarlas cuando el paciente regresa a su entorno, asumiendo parte de la responsabilidad que implica realizar los cambios propuestos que ayuden en el proceso de recuperación.
Asimismo, se recomienda que estén vinculados junto con el paciente a los profesionales, para afianzar el acompañamiento y soporte en el proceso de recuperación. Es imprescindible consensuar y fortalecer los cambios adquiridos, formando un único equipo con un objetivo común, la transformación vital del paciente, la diferenciación y la recuperación plena a largo plazo.
Finalmente, es importante que faciliten la desestigmatización, la individualización y la autonomía del afectado en el proceso de maduración personal, que supone el abordaje integral de las adicciones siendo el objetivo final la implicación activa del individuo en actividades productivas, satisfactorias, socialmente aceptadas y gratificantes.