La exposición al COVID-19 generó más angustia que los confinamientos y las restricciones

Archivo - Mujer con mascarilla
Archivo - Mujer con mascarilla - SESTOVIC/ ISTOCK - Archivo
Publicado: martes, 18 octubre 2022 7:49

MADRID, 18 Oct. (EUROPA PRESS) -

A pesar de la preocupación de que las órdenes de permanecer en casa y otros esfuerzos de los gobiernos para frenar la propagación del COVID-19 al comienzo de la pandemia causarían un daño duradero a la salud mental de las personas, una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología encontró que las restricciones de los primeros seis meses de la pandemia no estaban relacionadas con una peor salud mental.

En cambio, las personas con exposición personal al virus y las que consumían varias horas de medios de comunicación relacionados con el COVID-19 eran las más propensas a experimentar angustia, soledad y síntomas de estrés traumático, según publican los investigadores en la revista 'Health Psychology'.

"Durante las últimas décadas, nuestro equipo ha examinado el impacto psicológico de las catástrofes a gran escala en la población. En febrero de 2020, nos dimos cuenta de que era probable que el nuevo coronavirus, como se llamaba entonces, tuviera un efecto en la población estadounidense en los meses venideros", recueda la autora principal, la doctora Roxane Cohen Silver, profesora distinguida de ciencias psicológicas, medicina y salud pública en la Universidad de California Irvine (Estados Unidos).

"Estábamos especialmente interesados en los posibles efectos negativos sobre la salud mental de las restricciones asociadas impuestas a los individuos durante la pandemia, a pesar de su potencial para minimizar la propagación de la enfermedad", añade.

Los investigadores encuestaron a una muestra representativa a nivel nacional de más de 6.500 participantes al comienzo de la pandemia, entre el 18 de marzo y el 18 de abril de 2020, y luego encuestaron a casi 5.600 de los mismos participantes aproximadamente seis meses después, entre el 26 de septiembre y el 16 de octubre, para medir cómo cambiaba su salud mental y su exposición al virus en el transcurso de la pandemia.

Los encuestados respondieron a preguntas sobre los síntomas de angustia, soledad y estrés traumático (estrés agudo y postraumático) que habían experimentado en la semana anterior; si habían contraído el COVID-19; cuántas personas conocían que habían entrado en contacto con el virus o habían muerto a causa del COVID-19; y cuántas horas de media habían dedicado diariamente durante la última semana a consumir noticias relacionadas con la pandemia en los medios de comunicación tradicionales, las fuentes de noticias en línea y las plataformas de los medios sociales.

A continuación, los investigadores compararon sus respuestas con los datos sobre la propagación del COVID-19 y los esfuerzos de mitigación del gobierno, como el cierre de escuelas y las órdenes de permanecer en casa en el estado de cada encuestado.

Descubrieron que, en general, los participantes experimentaron más soledad y síntomas de angustia global, como la depresión y la ansiedad, en el transcurso de los seis meses, pero su angustia no estaba significativamente relacionada con las restricciones.

En cambio, las experiencias personales con el COVID (grado de enfermedad, pérdidas), junto con la cantidad de medios de comunicación sobre la pandemia a los que los individuos estaban expuestos, fueron predictores más fuertes de los síntomas psicológicos que las restricciones (mascarillas, confinamiento, etc.) o las tasas de casos o de muertes.

Los participantes que respondieron que habían contraído COVID-19 en los primeros seis meses de la pandemia fueron los más propensos a informar de una mala salud mental. Conocer a alguien que había muerto a causa del COVID-19 o a alguien que había contraído el COVID-19 también estaba significativamente relacionado con la angustia, la soledad y los síntomas de estrés traumático, según Rebecca Thompson, primera autora del informe y becaria postdoctoral en la UC Irvine.

"Dado que un fuerte predictor de la angustia en nuestro estudio fue el duelo personal -conocer a alguien que había estado muy enfermo o que había muerto era mucho más estresante que la presencia de restricciones a nivel estatal-, las futuras oleadas de COVID-19 y otras pandemias potenciales deberían enfrentarse a intervenciones específicas para prevenir la pérdida de vidas", apunta Thompson.

"Teniendo en cuenta este trabajo, es probable que esperemos respuestas de angustia similares en futuras pandemias, destacando la importancia de las iniciativas de salud pública para frenar la propagación de la enfermedad en nuestras comunidades", advierte.

Un mayor número de horas de exposición a la cobertura mediática relacionada con la pandemia también se relacionó significativamente con un aumento de los síntomas de angustia a lo largo del tiempo.

"Durante el primer año de la pandemia, todo eran malas noticias todo el tiempo --recuerda Silver--. Es poco probable que la exposición repetida a ese contenido tenga beneficios psicológicos".

En el caso de futuras catástrofes o sucesos traumáticos, Silver recomienda que las personas controlen el grado de inmersión en las malas noticias y considerar momentos específicos para consultar las noticias a lo largo del día. "Uno puede mantenerse informado sin verse abrumado por una avalancha constante de malas noticias", afirma.