MADRID, 10 Abr. (EUROPA PRESS) -
La exposición en el lugar de trabajo a campos electromagnéticos de muy baja frecuencia puede estar vinculada a una duplicación en el riesgo de desarrollar la forma más común de enfermedad de la neurona motora -la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), según sugiere una investigación publicada en la edición digital de 'Occupational & Environmental Medicine'.
La asociación era evidente entre los hombres que habían sido expuestos en su trabajo. La ELA es una enfermedad neurológica, caracterizada por la degeneración progresiva de las células nerviosas motoras en el cerebro y la médula espinal. Actualmente no hay cura, y los afectados, por lo general, mueren dentro de unos pocos años desde el diagnóstico.
Investigaciones anteriores han sugerido que la ELA podría estar relacionada con la exposición en el lugar de trabajo a campos electromagnéticos de extremadamente baja frecuencia, descargas eléctricas, disolventes, metales y pesticidas. Pero errores en el diseño del estudio y/o en los métodos de estos estudios han socavado la fuerza de las vinculaciones encontradas.
En un intento de tratar de evitar estos problemas, los autores de este nuevo trabajo se basaron en datos del 'Estudio de Cohorte de los Países Bajos', el cual ha estado analizando la dieta y el cáncer y ha implicado a más de 58.000 hombres y más de 62.000 mujeres, todos entre 55 y 69 años cuando se les incorporó por primera vez al estudio en 1986.
Se comparó a los participantes que habían muerto de enfermedad de la neurona motora (76 hombres y 60 mujeres) con alrededor de 4.000 (2.411 hombres y 2.589 mujeres) que habían sido seleccionados al azar para los propósitos del presente estudio. Sus detalladas historias de empleo se tradujeron, mediante una técnica validad (matrices de exposición laboral), en su exposición laboral a solventes, pesticidas, metales, campos magnéticos de extremadamente baja frecuencia y descargas eléctricas.
LOS HOMBRES, MÁS EXPUESTOS A CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS EN EL TRABAJO
Los altos niveles de exposición a campos electromagnéticos se limitaban en gran medida a los hombres y dependían del tipo de trabajo, con variaciones de entre el 2 y el 25 por ciento entre los hombres y del 0 al 2 por ciento entre las mujeres. Se siguió la salud neurológica de los participantes durante un promedio de 17 años para ver si alguno de ellos sucumbió a la ELA.
Durante este tiempo, 76 hombres y 60 mujeres murieron de ELA. La exposición ocupacional a campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja se asoció con un mayor riesgo de desarrollar ELA entre los hombres y aquellos cuyos trabajos los habían expuesto a altos niveles de campos electromagnéticos extremadamente bajos tenían más del doble de probabilidades de desarrollar ELA que aquellos que nunca habían estado expuestos en su trabajo.
Además, los que se encuentran en el 30 por ciento más alto de la exposición acumulada (duración x intensidad) tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad. Los otros factores ocupacionales evaluados sólo se asociaron débilmente con el riesgo de ELA en hombres y mujeres, y no hubo evidencia clara de un aumento lineal del riesgo en función de la cantidad de exposición acumulada.
Los científicos señalan que se trata de un estudio observacional, por lo que no se pueden sacar conclusiones firmes sobre la causa y el efecto. Además, los investigadores usaron la causa de la muerte (enfermedad de la neurona motora) en lugar de la incidencia de ELA, lo que significa que algunas muertes podrían haber sido clasificadas erróneamente, y aunque la ELA es el tipo más común de enfermedad de la neurona motora, puede adoptar diferentes formas.
Sin embargo, los autores de este trabajo, investigadores del Instituto de Ciencias de la Evaluación de Riesgos de la División de Epidemiología Ambiental de la Universidad de Utrecht, en Países Bajos, concluyen que sus hallazgos fortalecen la evidencia que sugiere que la ELA puede estar relacionada con la exposición en el lugar de trabajo a campos electromagnéticos extremadamente bajos.