MADRID, 1 Nov. (EUROPA PRESS) -
Existen grandes diferencias entre cómo afrontamos los adultos la muerte de un ser querido y cómo lo hacen los niños, "muchos padres se alarman ante reacciones de sus hijos que son perfectamente normales tras sufrir una pérdida", advierte la psicóloga infanto-juvenil, Patricia Díaz Seoane, quien recuerda que hay que ser honestos con el niño y evitar las metáforas a la hora de explicar la muerte.
A menudo resulta difícil explicarles a los niños este concepto y, recuerdan, "es muy tentador dejarles que sigan con la fantasía de reencuentro porque en realidad muchos adultos comparten esa idea". Pero, si no aclaramos la situación, esto puede generar mucho desconcierto y desconsuelo en el menor, al creer que ha dejado de ser importante para el ser querido que ya no está y que por eso no regresa.
Con el objetivo de ayudar a los padres o tutores y mejorar la atención en las escuelas, la Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC), con la colaboración de Parques de la Paz, han publicado el Manual 'Hablemos de duelo', donde la psicóloga da las pautas para ayudar a los niños y adolescentes, así como informa de aquellas creencias erróneas sobre los niños y el duelo más habituales que no hay que realizar.
Una de las creencias erróneas más habituales sobre los niños y el duelo es que se piensa que los niños no son conscientes de lo que están viviendo, y que a menor edad menos percepción de lo que pasa; asimismo, se tiende a ocultarles el dolor porque se cree que así son más felices.
También se suele evitar llevarles a funerales y tanatorios ante el miedo de que se puedan traumatizar; o pensar que hay muertes peores que otras; que el duelo dura más o menos un año o que el paso del tiempo lo cura todo; o que si estamos tristes, el fallecido estará triste.
Díaz Seoane recuerda que "la muerte forma parte de la vida de las personas desde el momento en que nacen. Antes o después vamos a tener que enfrentarnos al fallecimiento de un ser querido y es entonces cuando los adultos se ven sin recursos para explicar a los más pequeños la muerte y las cosas que rodean un fallecimiento, de ahí que este manual trate de dar respuesta a todas las dudas que tengan los adultos del entorno de un niño en esta situación".
Para la experta uno de los errores más comunes es sobreprotegerlos de diferentes formas: ocultando información, edulcorando los hechos, dándoles explicaciones fantasiosas, etc. Asimismo, recuerda que "son normales los cambios de humor o de estado de ánimo: se vuelven másirritables, llorones, se enfadan con más facilidad, muestran conductas agresivas, etc. También es habitual que muestren ansiedad a la hora de separarse de los adultos que les cuidan, somatizaciones, problemas de concentración y de rendimiento escolar, regresiones, etc".
¿CUÁNDO PREOCUPARNOS POR EL NIÑO?
Según señala la experta, "en general debemos preocuparnos cuando esos problemas se mantienen en el tiempo e interrumpen las diferentes áreas de la vida del niño, pero hay que prestar especial interés a las pérdidas de peso significativas, pesadillas, bajadas muy significativas del rendimiento académico, culpabilidad o miedos que les incapacitan para realizar su actividad normal".
La experta recomienda tratar de dar al niño toda la información de forma que la pueda entender, "con un lenguaje accesible y adaptado a sus necesidades". "También es importante garantizarle que sus actividades y sus rutinas se van a mantener", y, finalmente, afirma, "hay que dejar que exprese sus emociones, explicarle que no pasa nada por estar triste, ni por echar de menos al fallecido y que puede llorar, porque debemos expresar lo que sentimos".
"Cuando ocultamos la información, por un lado estamos dejando al niño de lado mediante la sobreprotección, le privamos de una despedida o de conocer la verdad y, por otro, corremos el riesgo de que se entere por otras personas, que suele ser lo que acaba ocurriendo, por lo que a su dolor se une la desconfianza hacia los adultos que le rodean", añade.
El manual, que ofrece pautas a los profesores para abordar el duelo y la muerte en el aula, destaca que si antes o después un centro educativo se va a enfrentar a una muerte, bien porque se muera un alumno, un profesor, un empleado del centro, o el padre o la madre de un estudiante, es importante que sepan cómo afrontarlo.
El manual también habla de la atención del duelo en personas con discapacidad intelectual, ya que existe la tendencia siempre ha sido equiparar los con niños. "Habitualmente nos guiamos por su edad cognitiva y se nos olvida que sufren, que son adultos y que tienen que formar parte de todo el proceso que rodea un fallecimiento", explica la experta.