MADRID 20 Oct. (EUROPA PRESS) -
Médicos expertos en sueño han abogado por el "horario de invierno" por ser "más beneficioso" para la salud y han advertido de que el horario de verano hace que el ser humano vaya "en contra" de su reloj biológico. Ante la propuesta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre el fin del cambio horario, han pedido que la decisión se tome en base a la evidencia centífica y a la salud de las personas.
El coordinador del Grupo de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría, Gonzalo Pin, ha señalado que "lo ideal" sería quedarse con el "horario de invierno" porque es el que más acerca el reloj biológico al reloj del bolsillo o del teléfono móvil, redundando en una "mejora" de la "calidad de vida" y de la "salud".
En concreto, ha explicado que la luz del atardecer, "pálida y cálida", es la que le dice al cerebro: 'Prepárate para empezar a dormir'". Y después, el organismo necesita dos horas para relajarse del todo. "Por eso se recomienda cenar dos horas antes de irse a la cama, que no se haga actividad física o intelectual muy activa, porque durante esas dos horas nuestro organismo lo que está haciendo es pasar de segregar sustancias que nos mantienen despiertos a convertirlas en sustancias que nos ayudan a dormir", ha remarcado Pin en declaraciones a Europa Press.
Por el contrario, el experto ha puntualizado que el horario de verano, con "horarios tan tardíos de luz, de cenar tarde", tiene sus "consecuencias metabólicas". Además, ha apuntado que el mayor apoyo popular que suele encontrar el horario de verano, en realidad, es "un falso sentimiento".
"Porque cuando tú ajustas tu reloj al horario, sigues teniendo el mismo tiempo de luz y de tiempo libre quizás. Además, hay estudios que dicen que cuando tú mantienes un acuerdo con tu reloj interno, con tu reloj ambiental, el tiempo disponible para ti es incluso un poco mayor", ha argumentado.
Además, ha advertido de que los cambios horarios no son "nada beneficiosos" pues hay "mucha evidencia científica" sobre "el aumento de la tendencia a hipertensión, diabetes o mayor incidencia de infartos".
"Tenemos un reloj central que durante cientos de millones de años se ha adaptado al medio ambiente, y es verdad que dormimos de forma diferente en invierno que en verano, pero esa adaptación es una adaptación lenta y progresiva, en función de la luz y la temperatura. Y ese cambio brusco hace que ese reloj central y sus 30 billones de relojes que responden a su acción se descoordinen, y esa descoordinación tiene como consecuencia un problema de salud", ha explicado Pin.
A su vez, ha precisado que este cambio horario tiene un impacto negativo especialmente en determinados tramos de vida como la infancia o la tercera edad.
CONSENSO ENTRE MÉDICOS, PSICÓLOGOS, EMPRESARIOS Y SOCIÓLOGOS
En todo caso, Pin ha afirmado que, a la hora de tomar una decisión sobre el fin del cambio horario, "más que convencer, lo que habría que hacer es un consenso entre diferentes estamentos", como "médicos, expertos en sueño, psicólogos, empresarios y sociólogos".
"Lo ideal sería que nos quedáramos con el horario de invierno, pero yo creo que el segundo paso importante, y aparte de decidir no cambiar, es que sea una decisión basada en la evidencia científica desde todos los aspectos, económico, médico, social, y no una decisión puramente por opinión sin datos", ha insistido.
Por su parte, el neurólogo responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Ruber Juan Bravo, Emilio Gómez, ha subrayado que el horario de invierno es "el más beneficioso" y el de verano, "el más perjudicial", por "un mecanismo biológico del cuerpo".
"Nuestra cronobiología hace que tengamos que sintetizar determinadas hormonas a una hora de la noche, que es cuando cae la luz y, durante el día, tengamos que estar expuestos a la luz natural. Y eso solo se consigue con el horario de invierno, en el cual anochece antes y en el cual durante el día ya estamos, digámoslo así, bañados en la luz natural a primera hora", ha explicado Gómez.
Lo contrario ocurre con el horario de verano, según ha puntualizado el experto. "Lo que hace es que nos acostemos muy tarde y nos levantemos cuando todavía es de noche. Entonces estamos yendo en contra de nuestros ciclos biológicos", ha matizado.
Así, ha apuntado que, aunque en un país como España --donde se sale tarde de trabajar, se prima el ocio y la restauración a última hora del día y hay un 'prime-time' tan tardío--, el horario de verano puede estar "muy aceptado" por la población y puede parecer más "cómodo", esto tiene consecuencias negativas.
ACOSTARSE TARDE E IR PRIVADOS DE SUEÑO
"Ese horario hace que vayamos bastante privados de sueño y con mucha somnolencia durante el día porque, a diferencia de otros países europeos, en España tenemos una hora de acostarnos muy tardía, e incluso la sociedad se ha hecho a esa hora. Nos hemos hecho a acostarnos tarde, a cenar tarde y a ver la tele tarde, pero ¿cuál es el problema? Que el horario de entrar a trabajar no es especialmente más tarde que el resto de los europeos. Nos acostamos muy tarde, pero nos seguimos levantando igual de pronto", ha detallado.
Mientras, con el otro horario, Gómez considera que, "aunque socialmente es un poquito más complicado adaptarse" es con el que el ser humano "ha evolucionado".
"Antes de que existiese la luz artificial, nos guiábamos por los ciclos de la luz y la oscuridad. Entonces, evolutivamente, el ser humano nunca ha sido de acostarse tan tarde, ha sido de empezar a recogerse a partir del ocaso, que es a partir de las seis o siete de la tarde", ha argumentado.
Además, Gómez ha remarcado que el cambio de hora que se producirá el próximo fin de semana es al que menos tarda el cuerpo en habituarse --dos o tres días--, frente a los "hasta siete días" que el ser humano tarda en acostumbrarse al otro cambio horario (el de invierno a verano). En cuanto a los efectos de estos cambios, el experto ha apuntado que se pueden producir algunas "alteraciones" como "mayor cansancio o irritabilidad".
Gómez ha apuntado que existe un "consenso" de los expertos en la materia y, por lo tanto, considera que la decisión que finalmente se adopte tiene que estar "fundamentada en la salud de las personas".