MADRID 23 Ene. (EUROPA PRESS) -
En la actualidad, los profesionales atienden en las consultas a niños cuyos padres piensan que tienen el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), cuando simplemente son inquietos o nerviosos y sólo necesitan unas pautas de educación, apunta jefe del Servicio de Psiquiatría de HM Hospitales, Luis Caballero.
El doctor explica que el TDAH es un síndrome que se caracteriza por síntomas de inatención, hiperactividad motriz, impulsividad y suele empezar en la edad escolar, aunque no hay un patrón homogéneo de los síntomas. Por ejemplo, "puede existir una falta de atención pero no una hiperactividad motriz". Para el diagnóstico de TDAH, los síntomas deben darse en todos los ámbitos del niño, tanto en casa como en el colegio, y provocar un malestar psicológico, dificultades para la adaptación social y afectar al rendimiento académico.
Sin embargo, el niño inquieto o nervioso "no presenta dificultades en ninguno de estos ámbitos, se relaciona bien con los demás y también en el entorno familiar", señala. La diferencia principal es que "no presenta un malestar psicológico significativo".
El TDAH suele detectarse entre los siete y diez años porque es cuando empiezan a apreciarse las dificultades adaptativas y de rendimiento escolar del niño, indica Caballero. En la edad preescolar lo más manifiesto del TDAH son los problemas de conducta; en la adolescencia, la la pérdida de estima personal y desajuste social, que se unen el consumo de drogas, alcohol e incluso problemas legales.
"Una vez realizado el diagnóstico correcto y preciso, se indica un tratamiento personal e individualizado teniendo en cuenta las características del niño, su entorno familiar, social y escolar", comenta añadiendo que los tratamientos combinados (abordaje psicoterapéutico individual y grupal, y terapia farmacológica) "son los que tienen mejores resultados".
EN OCASIONES LOS PADRES NECESITAN APOYO PSICOLÓGICO
Por otro lado, el experto considera que el contexto familiar "es fundamental para cualquier niño y adolescentes, y en pacientes con TDAH, la importancia es todavía mayor". El estilo educativo adecuado es aquel que asocia una disciplina clara y consistente con una afectividad positiva.
Los menores con TDAH precisan de la guía y el apoyo de sus padres, pero responder adecuadamente a las necesidades, a la vez que manejar el mejor estrés y frustración que este trastorno produce en el entorno familiar puede suponer un reto lleno de dificultades. En muchas ocasiones "resulta imprescindible el apoyo y orientación a los padres por parte de un profesional especializado".