Experto avisa de que la sociedad de la inmediatez y la gratuidad aumentan el riesgo de depresión

Investigadores revelan por qué la ketamina es un buen antidepresivo
PIXABAY / MASIMBATINASHEMADONDO - Archivo
Publicado: jueves, 25 abril 2019 18:59

MADRID, 25 Abr. (EUROPA PRESS) -

La sociedad de la inmediatez, de la gratuidad, de la satisfacción instantánea es un perfecto caldo de cultivo para que siga incrementándose el número de personas que padecen depresión, según ha comentado el psiquiatra del Centro Asistencial San Juan de Dios de Málaga, Rafael Blánquez.

El concepto de depresión es un estado anímico de dos tipos: las endógenas, es decir, la que no tienen causalidad externas; y las reactivas o causadas por factores como las vivencias, problemas adaptativos a la propia vida, problemas amorosos o entorno hostil.

Las más frecuentes son estas últimas, las que tienen que ver con el ambiente, con la pérdida del sentido de la lucha diaria, ausencia de amor, aburrimiento cotidiano, problemas económicos, o de salud, cambios en la adolescencia, etc.

Y es en este punto donde las características de la sociedad actual, según Blánquez, inciden aún más negativamente en la pérdida de ese sentido. "Hoy, la sociedad promueve el hedonismo, la búsqueda del divertimento y el placer rápido, nos vende la idea de que no existen los límites, es decir: si no le gusta algo, cámbielo a su gusto previo pago de su importe. Se trata de una sociedad en la que nadamos sobre toda la variedad que nos puede ofrecer un supermercado, que nos impulsa a viajar para el solo hecho de atesorar experiencias", ha explicado el experto.

Según este médico del San Juan de Dios de Málaga, tener al alcance de manera inmediata y gratuita muchos deseos prepara negativamente a las personas ante frustraciones futuras. Por ello, el hecho de que, por norma, un adolescente quiera ver una película y la descargue y la consuma en ese momento, lo educa en la impaciencia, en la intolerancia de la espera.

"Todo tiene que ser ya. Y el hecho de que no sea ya ha hecho que desarrollemos una gran intolerancia a la frustración. Se nos ha educado en la fijación de altas expectativas, muchas de ellas, demasiado ideales, pero no se nos ha preparado para el control de esa frustración", ha zanjado el doctor.