MADRID, 13 Oct. (EUROPA PRESS) -
El jefe Servicio Oncología Radioterápica Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y presidente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), Antonio Gómez Caamaño, ha afirmado que "el impacto negativo del dolor irruptivo en los pacientes oncológicos es muy pronunciado", ya que "compromete la calidad de vida debido a su repercusión sobre la realización de las actividades diarias y genera ansiedad, tanto en los pacientes, como en sus cuidadores".
El dolor irruptivo oncológico (DIO) consiste en una exacerbación transitoria del dolor que aparece sobre la base de un dolor persistente estabilizado, y que se caracteriza por su elevada intensidad, rapidez de instauración (generalmente súbita) y corta duración (usualmente inferior a unos 20-30 minutos). Los pacientes pueden presentar varios episodios a lo largo del día, 3 o 4 como media.
"Impacta en múltiples dimensiones: el dolor físico que, en el caso de DIO, suele ser de severa intensidad aunque breve duración; impacta la esfera emocional generando miedo y angustia, muchas veces a las mismas funciones biológicas como orinar, toser, tragar o movimientos funcionales que son naturales en el día a día", expresa el doctor.
"La desesperanza y pérdida de significado que este tipo de síntoma puede producir genera distrés existencial. El DIO puede limitar la vida social, al no querer ver amigos o familiares por la ocurrencia de este tipo de dolor e impacta con ello la esfera social", añade por su parte el doctor Juan Pablo Leiva, jefe de Servicio Cuidados Paliativos Hospital de Manacor (Mallorca) y presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL).
BARRERAS PARA CONTROLAR EL DIO
A pesar del impacto de este tipo de dolor, los profesionales médicos se encuentran con un gran número de barreras para manejar y controlar el DIO. Entre ellas, cabe destacar la falta de un abordaje multidisciplinar, la ausencia de protocolos específicos, la definición incompleta (en ocasiones múltiple), y la educación de los profesionales sanitarios y de los propios pacientes en torno a este tipo de dolor.
"El DIO es un problema que continuamos teniendo con frecuencia en nuestra práctica clínica diaria. La mejor manera de abordarlo es mediante sensibilización y formación. Con excesiva frecuencia, la sobrecarga asistencial y la fascinación que tenemos por toda innovación diagnóstica y terapéutica nos hace olvidar aspectos que son muy importantes para los pacientes, como el dolor", comenta el doctor Gómez Caamaño. "La formación continuada es clave para el diagnóstico correcto de este tipo de dolor, con ello la prescripción acertada, evitando así otro tipo de complicaciones para el paciente", añade el doctor Leiva.
RECOMENDACIONES PARA MEJORAR EL MANEJO DEL DOLOR IRRUPTIVO
Los expertos coindicen en la necesidad de llevar a cabo un 'call to action' a la comunidad médica para mejorar el manejo del DIO. Y para ello ofrecen una serie de recomendaciones, como consolidar una definición universal de este tipo de dolor; diseñar una herramienta fácilmente manejable para su evaluación; proporcionar formaciones certificadas en manejo del dolor a oncólogos, enfermeros y médicos de atención primaria; individualizar el tratamiento, tomando en cuenta las condiciones personales y las características clínicas y sociales de cada paciente; desarrollar protocolos y equipos multidisciplinarios; y formar a los pacientes sobre sus síntomas y tratamiento.
"El buen control del DIO evita que se desajusten las esferas de la vida de la persona (emocional, social)", explica el doctor Leiva. "No tener dolor es la máxima aspiración del que lo padece", concluye el doctor Gómez Caamaño.