MADRID, 5 Dic. (EUROPA PRESS) -
El investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Iñaki Galán, ha avisado de que la evidencia sobre que los cigarrillos electrónicos ayudan a dejar de fumar es aún "muy escasa" y está rodeada de "mucha controversia".
Asimismo, y durante un seminario sobre tabaquismo y salud pública, Galán ha aludido a los riesgos desconocidos a "medio y largo plazo" que puede representar para la salud el consumo de cigarrillos electrónicos. "Hay que manejar con mucha prudencia los hipotéticos beneficios a corto plazo de estas alternativas al tabaco, y deja claro que, aunque puedan ser menos dañinos, no son inocuos y siguen siendo nocivos", ha dicho.
Y es que, tal y como ha informado, estos potenciales beneficios estarían "acotados" a un consumo de cigarrillos electrónicos vinculado a dejar de fumar, una "especie de puente" para abandonar el tabaco clásico y dejar el hábito, y a una posible reducción, "que no eliminación", de daños. No obstante, a su juicio, el problema es que estas alternativas "también enganchan", por lo que "el objetivo de la cesación perdería fuerza".
En este punto, el investigador ha aludido a un estudio publicado este año en el 'New England Journal of Medicine' en el que se señalaba que los cigarrillos electrónicos son "más efectivos" para dejar de fumar que la terapia de reemplazo de nicotina, si bien ha insistido en que "aún hay muchas dudas", ya que u consumo puede ser una "nueva puerta" de entrada al consumo de cigarrillos tradicionales.
"Falta investigación. Apenas hay datos del efecto sobre la salud de estas alternativas, y la mayor preocupación viene al hablar del medio-largo plazo. Pese a ser menos dañino a corto plazo que el tabaco, y poder considerarse como un posible mecanismo de reducción de daños, la adicción y el uso de frecuente con estas alternativas pueden normalizar el consumo de tabaco, además de esconder riesgos y toxicidad que aún no conocemos bien", ha apostillado.
Dicho esto, y respecto a que diversos países, incluido España, muchos profesionales piden limitar la publicidad de estos productos para evitar que la evidencia de su daño a largo plazo llegue cuando su uso se haya generalizado, Galán ha comentado que, si se opta por el mensaje de la cesación tabáquica con estas alternativas, habría que regularlas como una posible solución terapéutica.
Una regulación que, según ha apostillado, impediría su compra libre y llevaría a una "hipotética recomendación" por parte de profesionales sanitarios, si llegara el caso en que éstos y las autoridades aprobaran su uso ligado al abandono del tabaco tradicional. "Por el momento, el mensaje global es de evitar estas alternativas y, como mucho, considerarlas como una última opción, no recomendable, ante la imposibilidad de dejar el tabaco", ha recalcado.
Al mismo tiempo, Galán ha recordado que las personas que recurren a estas alternativas "a veces no saben ni lo que vapean", por lo que ha destacado los posibles riesgos y las posibles interacciones entre los componentes que pueden incluir los cigarrillos electrónicos.
"Con el vapeo y similares hay toxicidad, aunque a concentraciones más bajas, y no sabemos hasta qué punto puede ser nocivo, porque hay muchos productos, diferentes alteraciones y mezclas. Lo que debe quedar claro es que su consumo no es inocuo, y que aún debemos investigar mucho para definir y concretar los riesgos y complicaciones para la salud", ha zanjado Galán.