Un estudio identifica la adaptación de la población a la toxicidad del arsénico

Actualizado: lunes, 9 marzo 2015 10:45

MADRID, 9 Mar. (EUROPA PRESS) -

   En lo alto de las elevadas montañas de los Andes en Argentina, un equipo de investigadores ha identificado la primera evidencia de una población única adaptada para tolerar la toxicidad del elemento químico arsénico.

   Durante miles de años, en algunas regiones de los Andes, las personas han sido expuestas a altos niveles de arsénico, un fenómeno natural que ocurre cuando el arsénico presente en el lecho de roca volcánica se libera en el agua subterránea.

   En un nuevo estudio publicado en la edición digital avanzada de 'Molecular Biology and Evolution', científicos suecos liderados por el profesor del Instituto Karolinska y de la Universidad de Uppsala Karin Broberg, realizaron un amplio análisis del genoma de un grupo de 124 mujeres andinas para ver su capacidad de metabolizar el arsénico (medido por los niveles en la orina).

   El estudio identificó un conjunto clave de variantes de nucleótidos en un gen, AS3MT, que estaban en frecuencias mucho más bajas en poblaciones de control de Colombia y Perú. Los investigadores estiman que el aumento en la frecuencia de estas variantes se produjo recientemente, hace entre 10.000-7.000 años, basándose en la edad de una momia que se encontró que tiene altos niveles de arsénico en su cabello.

   Por lo tanto, esta población andina se ha adaptado a su entorno a través de un aumento de la frecuencia en las variantes de protección contra un tóxico. El conjunto de variantes de nucleótidos AS3MT, albergado en el cromosoma 10, se distribuyó en todo el mundo, con las frecuencias más altas en los peruanos, americanos nativos, de Asia Oriental y Vietnam.

   Los autores especulan que las fuerzas impulsoras de la adaptación local pueden haber ocurrido como resultado de los efectos graves para la salud del arsénico, que es más tóxico para los niños pequeños y las personas en su plenitud reproductiva, y la necesidad de metabolizar rápidamente el arsénico, que puede haber sido una cuestión de vida o muerte en la antigüedad.