MADRID, 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un equipo internacional de científicos ha determinado los cambios estructurales precisos en la proteína de la espícula de la variante ómicron de la COVID-19. Sus observaciones explican cómo el virus es capaz de evadir los anticuerpos contra las variantes anteriores y seguir siendo altamente infeccioso.
"Los hallazgos proporcionan un modelo que los investigadores pueden utilizar para diseñar nuevas contramedidas, ya sean vacunas o terapias, contra la variante ómicron y otras variantes del coronavirus que puedan surgir", apunta el líder del estudio, David Veesler, profesor asociado de Bioquímica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos).
Las investigaciones anteriores de Veesler y sus colegas han demostrado que los anticuerpos generados por las seis vacunas más utilizadas, y todos los anticuerpos monoclonales utilizados actualmente para tratar las infecciones, menos uno, tienen una capacidad reducida o abrogada para neutralizar ómicron.
Pero muchas de las mutaciones de la variante afectan a la estructura de la región de la proteína de espícula responsable de adherirse a las células y entrar en ellas, una región denominada dominio de unión al receptor, y muchos esperaban que los cambios resultantes en la estructura del dominio de unión al receptor pudieran perjudicar la capacidad de la variante para unirse a su objetivo en las células.
Esta diana es la proteína denominada enzima convertidora de angiotensina-2, o ECA2. Sin embargo, en su estudio, publicado en la revista 'Science', Veesler y sus colegas descubrieron que los cambios habían aumentado en realidad la capacidad del dominio de unión del receptor para unirse a la ECA2 en 2,4 veces.
Para entender cómo el omicrón acumuló tantas mutaciones y al mismo tiempo conservó interacciones eficientes con el receptor ACE2, Veesler y sus colegas utilizaron estudios de criomicroscopía electrónica y cristalografía de rayos X para desvelar la organización tridimensional de la proteína ómicron.
Este enfoque les permitió alcanzar una resolución de unos 3 angstroms. Con esta resolución, fue posible discernir la forma de los bloques individuales de aminoácidos que componen la proteína de la espícula. Los investigadores también determinaron cómo los cambios estructurales en la proteína de la espícula afectaban a la capacidad de los anticuerpos eficaces contra las variantes anteriores para unirse a ómicron.
Mediante estas técnicas, los científicos revelan cómo las mutaciones cambiaron la forma en que la proteína interactúa con los anticuerpos, de modo que se reduce la capacidad de casi todos los anticuerpos monoclonales contra ella, mientras que, al mismo tiempo, se aumenta la capacidad del dominio de unión al receptor de la espícula para unirse a la ACE2. El efecto general ha sido hacer posible que el dominio de unión al receptor evada a los anticuerpos que se dirigen a él y que se una a la ECA2 de forma aún más firme.
Los resultados demuestran que el SARS-CoV-2 es un oponente "formidable". "Este virus tiene una plasticidad increíble: Puede cambiar mucho y seguir manteniendo todas las funciones que necesita para infectar y replicarse. Y está casi garantizado que ómicron no es la última variante que vamos a ver", dice Veesler.
El objetivo para el futuro debería ser centrarse en identificar otras regiones de la proteína de la espiga que no puedan modificarse sin que la proteína pierda su función. Debido a su importancia, estas áreas tienden a permanecer conservadas incluso cuando otras partes de la proteína mutan.
Por tanto, es probable que estas regiones conservadas de las proteínas víricas permanezcan inalteradas en cualquier nueva variante que pueda surgir. Estas regiones serían objetivos ideales para nuevas vacunas y terapias que podrían ser eficaces no sólo contra las nuevas variantes sino también contra los nuevos sarbecovirus, el grupo de virus que comprende el SARS-CoV-2 y el SARS-CoV.