MADRID, 14 Ago. (EUROPA PRESS) -
La intuición de los padres y cuidadores no es solo un presentimiento: puede convertirse en una herramienta clínica determinante. Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Monash, publicado en The Lancet Child & Adolescent Health, que revela que las preocupaciones expresadas por quienes cuidan de un niño hospitalizado pueden predecir con mayor precisión el riesgo de deterioro grave que algunos sistemas de alerta basados únicamente en signos vitales.
El estudio de la Universidad de Monash (Australia) reveló que la preocupación de los cuidadores por el empeoramiento del estado de los pacientes pediátricos se asociaba fuertemente con enfermedades críticas en pacientes pediátricos ingresados en el hospital, incluso después de considerar signos vitales anormales (frecuencia cardíaca o respiratoria anormal).
En países de altos ingresos, las enfermedades críticas en niños son poco frecuentes y, a menudo, a los médicos les resulta difícil distinguirlas de enfermedades leves comunes hasta una etapa avanzada de la enfermedad. El reconocimiento tardío del deterioro es uno de los factores que más contribuyen a las muertes evitables en niños hospitalizados, y los padres o cuidadores suelen estar bien posicionados para detectar signos tempranos y sutiles de deterioro.
LA INTUICIÓN DE LOS CUIDADORES, ¿UN PREDICTOR CLAVE EN PEDIATRÍA?
Sin embargo, se desconoce la relación entre sus preocupaciones y los resultados del paciente, y muchos sistemas de salud actualmente no están estructurados para apoyar su participación en la atención clínica.
El presente estudio es el primero en examinar esta relación. Se llevó a cabo durante 26 meses (noviembre de 2020 a diciembre de 2022) y analizó 73.845 presentaciones elegibles al departamento de emergencias de pacientes pediátricos en Australia, con 24.239 con al menos una respuesta documentada de preocupación de los padres o cuidadores.
Los autores evaluaron la preocupación del cuidador al preguntarle si le preocupaba que su hijo empeorase durante la evaluación de rutina. En total, 8.937 (4,7%) encuestados de 189.708 indicaron preocupación por el empeoramiento de la condición del niño. En comparación con los pacientes con cuidadores sin preocupaciones documentadas, aquellos con un cuidador que informó preocupación por el deterioro clínico fueron más propensos a experimentar una enfermedad crítica que requirió ingreso en la UCI (6,9% frente al 1,8%) o la necesidad de ventilación mecánica (1,1% frente al 0,2%), lo que sugiere que la precisión diagnóstica de la intuición de los padres superó los datos fisiológicos.
Los autores aseguran que sus resultados sugieren que los padres y cuidadores son un recurso que puede ayudar a los profesionales sanitarios a monitorizar el deterioro, y que podrían ser más eficaces que algunos sistemas actuales que se basan únicamente en los signos vitales. Además, afirman que estos datos sugieren que se deben abordar de forma proactiva las inquietudes de los padres o cuidadores, y que se debe priorizar la investigación que las incorpore en los sistemas hospitalarios utilizados para detectar el deterioro en pacientes pediátricos.