MADRID, 3 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad Técnica de Dinamarca, y cuenta con la colaboración de investigadores de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III y del Departamento de Epidemiología de los servicios de salud de Lazio (Roma), ha avisado de que las medidas de control para el Covid-19 pueden afectar a los planes frente al calor.
En el trabajo, publicado en 'Enviromental Research', los autores indican que, a medida que se acerca el verano, en esta situación de pandemia existe una gran preocupación por cómo la Covid-19 puede agravar los impactos de las olas de calor sobre la salud y dificultar los esfuerzos de los planes de prevención que una gran parte de las autoridades europeas, entre ellas las de España, ponen en marcha para combatir los efectos adversos del calor en la salud, especialmente en la de la población más vulnerable.
Dichos planes comprenden una serie de intervenciones que incluyen consejos e información sobre cómo mantenerse a salvo del calor; atender a grupos de población vulnerables (principalmente ancianos y enfermos crónicos); vigilar la mortalidad y las enfermedades relacionadas con el calor, y realizar intervenciones locales para reducir la exposición al calor (por ejemplo, con recomendaciones de paseos por parques, pasar tiempo en locales públicos refrigerados o ampliación de apertura de piscinas).
Según explican los firmantes, la evidencia científica surgida hasta ahora no ha determinado de manera concluyente si las condiciones climáticas serán un factor modulador clave que influirá en la transmisión del nuevo coronavirus. A esta "falta de evidencia científica" se suma que las medidas de distanciamiento físico y las restricciones comunes de uso del espacio establecidas por la mayoría de los países en respuesta a la pandemia de COVID-19 pueden obstaculizar la implementación de esas actividades básicas de prevención de la salud por calor, y agravar la vulnerabilidad de la población a temperaturas extremas este verano.
Por ello, el trabajo remarca la importancia de comunicar las advertencias de salud de los riesgos que plantea el calor extremo, incluso en el contexto actual de una pandemia. En este sentido, señala que la capacidad de alcanzar y atender a las personas vulnerables (por ejemplo, personas que vivan solas, enfermos crónicos y personas de la tercera edad) podría verse gravemente afectadas en el contexto actual, en el que los sistemas de salud y la asistencia social están abrumados a todos los niveles.
Además, tal y como advierten los autores, el cierre de instalaciones públicas (como bibliotecas con aire acondicionado, piscinas, espacios refrigerados típicos como centros comerciales y cafeterías y el uso del transporte público restringido) puede no ser compatible con las directivas actuales que exigen mantener la distancia física y evitar reunirse en espacios interiores.
Según los investigadores, estas restricciones sobre los espacios refrigerados de acceso público afectarán más a quienes, por ejemplo, no puedan permitirse el aire acondicionado en sus hogares, con lo que los residentes sin protección contra el calor pueden acudir a lugares al aire libre más frescos, como fuentes, jardines comunitarios, parques y playas.
Si no se maneja adecuadamente, concluyen, una mayor asistencia en estos lugares podría socavar la efectividad de las medidas para el distanciamiento físico aconsejadas para combatir la pandemia.