MADRID, 31 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Vrije Universiteit Brussel (Bélgica) ha trazado con detalle cómo actúa el sistema inmunitario contra los patógenos que invaden el cerebro.
Los resultados, publicados en la revista científica 'Immunity', muestran cómo los distintos tipos de células inmunitarias participan en la defensa contra las infecciones cerebrales.
Los investigadores pudieron demostrar que la primera línea de defensa está formada por macrófagos residentes en el cerebro, un tipo de glóbulo blanco que ya vive en el cerebro sano. A continuación, estos macrófagos reclutan un gran número de macrófagos derivados de la sangre que ayudan a controlar la enfermedad. Estos "macrófagos reclutados" vuelven a desaparecer con la misma rapidez una vez resuelta la infección.
"El estudio muestra la notable capacidad del paisaje inmunitario del cerebro para volver rápidamente a su estado normal. Pero también pudimos observar cómo ciertas células permanecían cambiadas durante mucho tiempo después de la curación, teniendo una especie de 'memoria' de la infección. Esto sugiere que a lo largo de la vida, cuando podemos sufrir numerosas infecciones, la funcionalidad de los macrófagos de los tejidos puede cambiar. ¿Afectan estas infecciones anteriores en el cerebro a la probabilidad de desarrollar otros trastornos neurológicos, como la esclerosis múltiple o la demencia, por ejemplo? Sin duda, esto se convertirá en un tema candente en el futuro en la comunidad investigadora", ha comentado Kiavash Movahedi, uno de los líderes de la investigación.
El cerebro funciona como un puesto de mando central que controla todos los procesos de nuestro cuerpo. Por tanto, es esencial que el cerebro también pueda protegerse contra las enfermedades. Esto se consigue en parte mediante complejas barreras que restringen el acceso al cerebro. Las células inmunitarias constituyen una línea de defensa adicional.
A pesar de estas diversas capas de defensa, algunos agentes patógenos consiguen penetrar, lo que puede dar lugar a enfermedades potencialmente mortales. Sin embargo, incluso si la infección se controla con éxito y se eliminan los patógenos, los pacientes pueden sufrir problemas neurológicos durante años. Por eso es muy importante comprender mejor la dinámica de la interacción entre el huésped y el patógeno y sus consecuencias a largo plazo.
El equipo del profesor Movahedi investigó las infecciones por 'Trypanosoma brucei', un peligroso microorganismo que invade el cerebro. Estos parásitos unicelulares viven en el África subsahariana y pueden causar neuropatías letales.
Aunque se sabe desde hace tiempo que estos parásitos se infiltran en el cerebro, la vía de infección y la naturaleza de la respuesta del huésped siguen siendo poco conocidas. El equipo estudió la infección en ratones, que, al igual que los humanos, son muy susceptibles a la enfermedad.
Descubrieron que los parásitos invaden primero los tejidos fronterizos del cerebro, conocidos como las meninges y el plexo coroideo, y luego se abren paso hasta las cavidades llenas de líquido y el tejido neuronal. Utilizando varias tecnologías avanzadas, los investigadores también trazaron la respuesta del sistema inmunitario con gran detalle.
Los macrófagos, en particular, desempeñan un papel importante. Ocupan la primera línea de defensa y envían señales al resto del cuerpo para atraer al cerebro a las células inmunitarias derivadas de la sangre. La mayoría de estas células inmunitarias "recién reclutadas" son también macrófagos, pero se comportan de forma diferente a sus homólogas residentes.
"Nuestros resultados sitúan a los macrófagos en el centro durante la invasión de patógenos en el cerebro, y muestran cómo los macrófagos locales y los reclutados desempeñan papeles diferentes durante la infección. Por ejemplo, las células inmunitarias de la sangre muestran una mayor expresión de proteínas antimicrobianas. Esto nos sugiere que son capaces de eliminar los parásitos", afirma Karen De Vlaminck, estudiante de doctorado y primera autora del estudio.
A continuación, el equipo investigó qué ocurría con todas estas células inmunitarias una vez que la enfermedad era tratada con éxito. "Nos sorprendió la rapidez con la que los macrófagos reclutados por la sangre fueron eliminados del cerebro en cuanto se eliminaron los parásitos. Esto pone de manifiesto la importancia de que el cerebro vuelva rápidamente a su estado normal una vez que se ha tratado una infección", resalta Movahedi.
El equipo descubrió que los macrófagos residentes en las regiones fronterizas del cerebro permanecieron en un estado más activado durante meses después de la eliminación de los parásitos, lo que sugiere que conservaron algún tipo de "memoria" de la infección. Los estudios realizados en otros tejidos ya han demostrado que esta memoria inducida por la infección puede alterar la capacidad de los macrófagos para responder a futuras agresiones.
"Sin embargo, esto no tiene por qué ser tan aterrador como parece. A medida que empecemos a comprender el impacto a largo plazo de las infecciones en el cerebro, la investigación puede empezar a centrarse en encontrar nuevas terapias para abordar y revertir las posibles disfunciones inducidas por la infección", detalla De Vlaminck.