MADRID, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
La Escuela Nacional de Sanidad (ENS-ISCIII) y el CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) del ISCIII han colaborado en una investigación, dirigida por la Universidad de Alicante (UA), cuyo objetivo es analizar las consecuencias de la COVID-19 en población gitana y determinar los impactos de la pandemia en ámbitos como la salud, la educación, el empleo o en los ingresos económicos en familias usuarias de entidades gitanas de toda España.
Los resultados reflejan que la COVID-19 ha puesto en evidencia las desigualdades socioeconómicas preexistentes en España, también en el caso de la comunidad gitana. Los investigadores señalan en las conclusiones del estudio que los resultados no pueden ser extrapolados al conjunto de la población gitana, pero que sí suponen una importante aproximación a la situación del sector de la comunidad gitana en una situación de mayor vulnerabilidad, aquel con el que trabajan las asociaciones gitanas. El estudio está dirigido por Javier Arza, de la UA, y en él participan Belén Sanz (Escuela Nacional de Sanidad-ISCIII), y Diana Gil y Carmen Vives (CIBERESP-Universidad de Alicante), entre otros investigadores.
El equipo de trabajo, en el que han participado investigadores de las universidades públicas de Alicante y Navarra y del Instituto de Salud Carlos III, así como las asociaciones gitanas UNGA (Asturias), FAGA (Comunidad Valenciana), Red Artemisa (Madrid), Gaz Kalo (Navarra), Nevipen (Vizcaya) y la Red estatal Equi-Sastipen-Rroma, ha llevado a cabo una encuesta telefónica, entre el 12 de abril y el 10 de mayo de 2020, a 592 hogares que se encontraban en la fase 0 de confinamiento.
Para analizar la situación en contextos diversos y territorios con realidades políticas, sociales y económicas diferentes, los investigadores han seleccionado familias gitanas situadas en Asturias, Comunitat Valenciana, Madrid, Murcia, Navarra y Vizcaya.
En el ámbito de la salud, la incidencia de la pandemia se refleja en un empeoramiento en la autopercepción de la salud en este colectivo. El porcentaje de personas que consideraban su salud "mala" o "muy mala" antes de la pandemia era del 2,6 por ciento, porcentaje que ha aumentado al 17 por ciento durante el confinamiento; además, se ha duplicado el porcentaje de personas que consideran su salud "regular" (del 18,8% al 34,8%).
Ocho de cada diez personas encuestadas declaran que en su hogar ha habido durante el confinamiento algún problema de salud distinto a la COVID-19; la mayoría (82%) hacen referencia a problemas de "ansiedad o depresión", lo que muestra el alto impacto emocional que la situación ha generado en estos hogares.
BRECHAS SOCIOECONÓMICAS
En relación con la educación, el informe apunta que "la mitad de los hogares con menores refieren haber encontrado dificultades para que sigan sus estudios desde casa". Varias son las razones a las que aluden. La primera es la brecha digital, que afecta al 26 por ciento de los hogares que declaran no contar con equipamiento informático.
La segunda es la brecha de transmisión de conocimiento: se ha observado que en un 18 por ciento del total de hogares declara que los menores no pueden comprender los contenidos o tareas propuestas por el profesorado y, además, que en un 14 por ciento de hogares se afirma no contar entre sus miembros con alguna persona que pueda apoyar al estudiante en la comprensión de las tareas o de los contenidos de las materias de estudio.
La tercera brecha es la escolar, donde se encuentra que un 17 por ciento de los hogares plantea como dificultad la falta de instrucciones por parte del profesorado o de los centros escolares y el 15 por ciento de la muestra refiere no tener acceso a los libros de texto y los materiales necesarios.
En cuanto al ámbito del empleo, una de cada dos personas entrevistadas ha visto la actividad laboral de miembros de su hogar perjudicada de alguna forma durante el confinamiento. La gran mayoría, el 90 por ciento, señala que en su hogar ninguna persona ha podido adaptar su actividad laboral al teletrabajo.
Igualmente, algo más de la mitad de los hogares han sufrido una notable reducción de sus ingresos económicos. Ha subido 20 puntos el porcentaje de hogares que afirman tener entre sus miembros una sola persona con ingresos (del 41,4% al 61,2%), así como los hogares que no tienen ningún ingreso, que aumentan 7 puntos (del 2,6% al 9,5%).
Además, a la incidencia de los problemas mencionados se suma una presencia notable de la percepción de discriminación en estos hogares. Un 56 por ciento de las personas encuestadas responden que se ha incrementado la discriminación hacia la población gitana desde el inicio del estado de alarma, y un 20 por ciento señala que ella misma o algún miembro de su hogar ha experimentado discriminación de forma directa.
FACTORES PROTECTORES
Por otro lado, los resultados de la encuesta también muestran factores protectores, como es la cohesión de la familia extensa. Los investigadores señalan que el mutualismo de la comunidad gitana ha servido para afrontar mejor las necesidades, las pérdidas y los daños ocasionados por esta crisis. Como complemento a este mutualismo tradicional, el asociacionismo ha jugado un papel fundamental de apoyo para muchas familias gitanas durante el confinamiento.
El impacto de la pandemia en los sectores en situación de mayor vulnerabilidad social es claro. El trabajo concluye que se debe poner el foco sobre la insuficiente inversión previa en vivienda social; la educación inclusiva; el empleo digno y seguro; las rentas mínimas de inserción; la atención sanitaria comunitaria y la lucha contra la discriminación, entre otras necesidades.
Por ello, los investigadores creen que las políticas en la era de la postpandemia deben incorporar una perspectiva multidimensional y un enfoque de intervención intersectorial orientado hacia la equidad, garantizando la participación real de la población, en este caso de la población gitana y de su sociedad civil, en el diseño, desarrollo y evaluación de todas las políticas.