MADRID, 2 Mar. (EUROPA PRESS) -
El estrés es un mecanismo humano para activarnos frente a un peligro, una respuesta fisiológica a una situación amenazante -psicológica o física-, que se ha visto puede llegar a alterar la conectividad entre regiones del cerebro, incluyendo la amígdala, el cuerpo estriado y el cortex prefrontal.
Una investigación reciente mostraba como el estrés, incluso en pequeño grado, puede modificar el cerebro y sabotear el autocontrol de las personas a la hora de tomar decisiones. Ahora, otro estudio muestra que, a largo plazo, el estrés mantenido erosiona la memoria y el sistema inmunológico que juegan un papel clave en el deterioro cognitivo.
Esta es la principal conclusión que revela un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos. Su trabajo, realizado en ratones, podría algún día conducir a un tratamiento para el ataque mental constante a largo plazo, como las víctimas de 'bullying', los soldados y aquellos que tienen jefes horribles, dicen los investigadores.
"Esto es estrés crónico. No es sólo el esfuerzo por dar una charla o conocer a alguien nuevo", afirma el investigador principal, Jonathan Godbout, profesor asociado de Neurología en la Univerisidad Estatal de Ohio. Su trabajo establece la relación entre la memoria a corto plazo y el estrés prolongado, que en el caso de los ratones supuso la visita repetida de un ratón intruso desagradable más grande.
Los roedores que fueron expuestos repetidamente al intruso agresivo necesitaban más tiempo para recordar dónde estaba el agujero para escapar en un laberinto que habían dominado antes del periodo de estrés. "Los ratones estresados no lo recordaban. Los roedores que no sufrieron estrés, se acordaron de la salida", resume Godbout.
Además, presentaban cambios medibles en sus cerebros, incluyendo evidencia de inflamación causada por la respuesta del sistema inmune a la presión exterior. Esto se asoció con la presencia de células inmunes, llamadas macrófagos, en el cerebro de los ratones estresados.
El equipo de investigación pudo precisar la pérdida de memoria a corto plazo en la inflamación y en el sistema inmunológico. Su trabajo, que se detalla en un artículo que se publica en 'The Journal of Neuroscience', se basa en investigaciones previas que sustentan las conexiones entre el estrés crónico y la ansiedad duradera.
El impacto sobre la memoria y la confirmación de que la inflamación cerebral es causada por el sistema inmune son importantes nuevos descubrimientos, apunta Godbout. "Es posible que podamos identificar los objetivos que es posible tratar farmacológicamente o con terapia conductual", adelanta este experto.
PRODUCE PROBLEMAS DE MEMORIA ESPACIAL
Podría haber formas de interrumpir la inflamación, según John Sheridan, quien trabajó en el estudio y es director asociado del Instituto Estatal de Ohio para la Investigación de Medicina del Comportamiento. Los ratones empleados en el estudio están expuestos a una derrota social repetida -básicamente, el dominio por un ratón alfa-- que pretende imitar el estrés psicosocial crónico experimentado por los seres humanos.
Los investigadores de la Universidad de Ohio trataron de descubrir los secretos detrás del estrés, los problemas cognitivos y el estado de ánimo con el objetivo a largo plazo de encontrar maneras de ayudar a aquellos que están estresados, deprimidos y sufren de problemas de larga duración, incluyendo el trastorno de estrés post-traumático. Esta nueva investigación se centró en el hipocampo, un centro de la memoria y la respuesta emocional.
Los investigadores descubrieron que los ratones estresados tenían problemas con la memoria espacial, que se resolvieron en 28 días. Además, vieron que los ratones mostraban evitación social, que mide el comportamiento de tipo depresivo, que continuó después de cuatro semanas de monitoreo. También consiguieron medir los déficits en el desarrollo de nuevas neuronas diez días y 28 días después de que el estrés prolongado terminara.
Cuando se dieron a los ratones una sustancia química que inhibe la inflamación, no se resolvieron los problemas en las células cerebrales ni los síntomas depresivos, pero desaparecieron la pérdida de memoria y los macrófagos inflamatorios.
Todo ello les llevó a la conclusión de que los problemas de memoria después del estrés están directamente relacionados con la inflamación --y el sistema inmune-- en lugar de otros daños en el cerebro. Ese tipo de información puede allanar el camino para tratamientos de base inmunológica, según Godbout.
"El estrés libera las células inmunes de la médula ósea y las células pueden dirigirse a áreas del cerebro asociadas con la activación neuronal en respuesta al estrés --explica Sheridan--. Están siendo llamados al cerebro, al centro de la memoria".