MADRID, 3 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un grupo de investigadores de la Escuela Técnica Superior de Edificación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha analizado las estrategias para adaptar los lugares de trabajo a la COVID-19 y evaluado la sostenibilidad de las mismas y sus posibilidades de perdurar de cara al futuro para hacer frente a nuevas situaciones de crisis.
El trabajo de los investigadores de la UPM, que se ha publicado recientemente en la revista 'Sustainability', revisa de forma crítica las estrategias introducidas para diseñar espacios resilientes a la pandemia de COVID-19 y desarrolladas por los sellos de sostenibilidad más utilizados en el sector de la construcción (WELL, Fitwel, LEED).
"Nuestro objetivo fundamental con este trabajo era no solo analizar las estrategias actuales, sino también evaluar su nivel de sostenibilidad y seleccionar así las mejores de cara a futuras situaciones", explica Antonio Marotta, del Departamento de Construcciones Arquitectónicas y su Control y uno de los autores de este trabajo.
Para ser eficaces en el caso de la COVID-19, las medidas debían enfrentarse a las tres rutas de transmisión: aerosoles, partículas en suspensión (gotas emitidas por tos o estornudos) y contacto. Y en la mayoría de las estrategias adoptadas, como la incorporación de dispensadores de gel o higienizantes de manos o la reducción de las superficies de contacto, esto es algo que sí se ha cumplido.
"Las políticas de empresa muestran una mayor sostenibilidad ambiental y económica en comparación con las estrategias directamente relacionadas con el entorno construido porque son medidas preventivas más que correctivas que incluyen el diseño de planes de comunicación o de planes estratégicos específicos para luchar contra la transmisión de la COVID-19, o la adopción de medidas para controlar los aforos de los lugares de trabajo", continúa César Porras-Amores.
Según el estudio, las medidas abordadas por los diferentes sellos de sostenibilidad, WELL, Fitwel y LEED, son similares tanto en sus actuaciones como en los resultados que obtienen y en los tres casos, la adaptación a la nueva situación que se ha hecho de estas estrategias ha logrado un nivel de sostenibilidad alto, incluyendo actuaciones concretas en contra de la transmisión de la COVID-19.
"Sin embargo, los sellos promueven una sostenibilidad débil que permite la sustitución incondicional entre el capital humano (infraestructura, trabajo y conocimiento) y el capital natural (como combustibles fósiles o la biodiversidad) si el capital total permanece constante a lo largo del tiempo. O lo que es lo mismo, "los recursos naturales pueden disminuir mientras se incremente el capital humano", explica Antonio Rodríguez Sánchez.
Como resultado de su análisis, los investigadores detectaron que "existe una falta general de estrategias analíticas que aborden las tasas de ocupación y el distanciamiento físico, cuya importancia se resalta en las últimas investigaciones donde se destaca la transmisión aérea como la principal vía de contagio".
Según su análisis, "desde el brote de COVID-19, los edificios se han visto como un facilitador de la propagación de enfermedades, donde es más probable que ocurran las tres principales rutas de transmisión. Sin embargo, con las políticas y medidas adecuadas, los edificios pueden estar mejor preparados para la reocupación y para tomar medidas más allá. Si los espacios son resilientes, su nivel de sustentabilidad será mayor"
Por todo ello, los investigadores destacan la necesidad de seguir abordando estudios de este tipo sobre cada una de las actuaciones aplicadas durante la pandemia y apuestan porque algunas de las que se han introducido permanezcan como norma para el futuro.
"Varias medidas comúnmente presentes en los edificios modernos fueron introducidas en consecuencia de anteriores enfermedades infecciosas históricas. Por su carácter sostenible, también se espera que las que se han introducido con la COVID-19-19 pasen a formar parte del estado del arte en el futuro", concluyen.