MADRID, 28 Nov. (EUROPA PRESS) -
Los investigadores han identificado nueve casos de personas portadoras de un dispositivo de estimulación cerebral profunda implantado para controlar los síntomas de la enfermedad de Parkinson que perdieron su capacidad de nadar, según publican en la edición en línea de 'Neurology', la revista médica de la Academia Americana de Neurología.
Las nueve personas habían sido buenos nadadores incluso después del diagnóstico de la enfermedad de Parkinson. Pero una vez que se sometieron a una cirugía de estimulación cerebral profunda, los investigadores descubrieron que mientras otros síntomas de movimiento mejoraban, sus habilidades de natación se deterioraban.
"Hasta que se realice más investigación para determinar por qué algunas personas con estimulación cerebral profunda ya no pueden nadar, es crucial que se les informe ahora sobre el riesgo potencial de ahogamiento y la necesidad de una evaluación cuidadosamente supervisada de sus habilidades de natación antes de profundizar agua", señala el autor Daniel Waldvogel, de la Universidad de Zurich en Suiza.
Para la estimulación cerebral profunda, se colocan electrodos en ciertas áreas del cerebro para controlar movimientos anormales. Los electrodos están conectados a un dispositivo colocado debajo de la piel en la parte superior del pecho. El dispositivo controla los impulsos eléctricos.
De los nueve casos documentados, tres se destacan en el trabajo de investigación. Los síntomas de movimiento de cada persona mejoraron después de la estimulación cerebral profunda.
Un hombre de 69 años que era un buen nadador y vivía en un lago saltó al agua después de tener implantado el dispositivo de estimulación cerebral profunda. Como sus síntomas de movimiento habían mejorado, pensó que sería capaz de nadar. Pero no pudo. Les dijo a los investigadores que se habría ahogado si no hubiera sido rescatado por un miembro de la familia.
Una mujer de 59 años que era nadadora competitiva y continuó nadando después de ser diagnosticada con la enfermedad de Parkinson ya no pudo nadar después de una estimulación cerebral profunda. Incluso después de la práctica, ella nunca recuperó su nivel de habilidad anterior.
Otra mujer de 61 años que nadó en competiciones cruzando el lago de Zúrich, que tiene dos millas de ancho, apenas podía nadar dos décimas de milla después de una estimulación cerebral profunda. Se quejaba de una postura incómoda cuando intentaba nadar.
Tres de las nueve personas apagaron sus dispositivos de estimulación cerebral profunda y pudieron nadar de inmediato. Pero debido a que sus otros síntomas de movimiento empeoraron, volvieron a encender sus dispositivos.
"La natación es un movimiento altamente coordinado que requiere una coordinación complicada de brazos y piernas --explica Waldvogel--. Es necesario determinar exactamente cómo la estimulación cerebral profunda está interfiriendo con esta capacidad".
Waldvogel señala que el informe incluye solo unos pocos casos. Se necesita más investigación en grandes grupos de personas para determinar el porcentaje de personas con enfermedad de Parkinson que pierden su capacidad de nadar con estimulación cerebral profunda.
"Aunque estos informes afectaron solo a unas pocas personas, sentimos que este riesgo potencial era lo suficientemente grave como para alertar a otros con la enfermedad de Parkinson, así como a sus familias y médicos", apunta.