MADRID, 12 Dic. (EDIZIONES) -
En España, la salud mental afecta en gran medida al sistema a nivel económico y a nivel social (sistema sanitario, económico, y del bienestar). En nuestro país, los servicios de atención mental, como el resto del sistema sanitario, son competencia de las 17 comunidades autónomas.
Por tanto hay, al menos, 17 planes de salud mental diferentes que abordan los problemas específicos de cada comunidad, aunque existe un intercambio de formación entre las diversas regiones, según recuerda el último informe 'Headway 2020', una plataforma para que los expertos puedan debatir e intercambiar experiencias y conocimientos sobre la prevención, el diagnóstico y la gestión de problemas de salud mental.
El presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, el doctor Celso Arango, que ha participado en la elaboración del mismo, incide en la necesidad de que España invierta en salud mental, tanto en lo que tiene que ver con políticas de prevención como en lo relacionado con la investigación, ya que "se encuentra a la cola de Europa en la materia", según reconoce durante una entrevista con Infosalus.
Actualmente, sólo el 3% del gasto en salud pública mundial se destina a la salud mental, a pesar de que hay estudios que indican que, por cada euro aportado, el sistema de salud ahorra 18. "En esta última edición del Congreso Nacional de Psiquiatría se explicó que ya hay resultados contrastados en muchas de las patologías que se implementan de forma tardía por esta falta de inversión. Incluso, se comentó que, por ejemplo, en Esquizofrenia están siendo capaces de identificar qué personas van a desarrollar la enfermedad para enfrentarse a ella antes de que lleguen los síntomas", advierte el experto.
De acuerdo con los datos de la OMS de 2011, España solamente dedica el 5% del gasto total en sanidad del gobierno a la salud mental. "Este porcentaje contrasta con el hecho de que la salud mental es una importante causa de discapacidad que provoca ms an*os de pérdida de vida que las enfermedades cardiovasculares, las oncológicas, y la diabetes en conjunto", pone de manifiesto el informe 'Headway 2020'.
Si se analiza el gasto per capita en materia de salud mental del gobierno, según añade, se observa que los servicios de salud mental siguen estando "ínfimamente dotados" en la mayoría de los países europeos. En España, solamente se dedican 80,7 euros por persona a la salud mental (frente a los 316 euros de Alemania).
Además, España es uno de los países europeos con menos psiquiatras por cada 100.000 habitantes, a la vez que es uno de los países con menos psicólogos en el sector de salud mental (5,7 por cada 100.000 habitantes), mientras que cuenta con 9,7 enfermeros dedicados al sector de salud mental por cada 100.000 habitantes, el penúltimo país en la UE.
A pesar de estos datos, y según advierte este trabajo, el 18,3% de la población española sufre al menos una enfermedad mental, una estimación que supera a la media europea. Así, destaca que, de acuerdo con los datos más recientes de Eurostat, en España fallecen 42,8 personas por cada 100.000 habitantes como consecuencia de enfermedades mentales y del comportamiento.
"Las enfermedades mentales y los trastornos por abuso de drogas constituyen 1,2 millones de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) en España (8,1% del total AVAD para todas las causas). Entre las enfermedades mentales, aquellas que más anulan a las personas son los trastornos depresivos (26,2%), seguidos por los trastornos por ansiedad (20,3%), y por los trastornos por abuso de drogas (9,4%)", subraya el estudio.
EL COSTE DE LA ENFERMEDAD MENTAL
Así, concluye que las enfermedades mentales también ocasionan importantes costes en prestaciones de la seguridad social, además de afectar negativamente al mercado laboral con menor empleo y productividad. "En España, los costes directos e indirectos de las enfermedades mentales equivalen a un 4,2 % del PIB (o 45 000 millones de euros)", puntualiza.
Con todo ello, el doctor Arango lamenta que desde hace unas décadas se haya reducido considerablemente el número de camas de los hospitales psiquiátricos, a la vez que el ratio de profesionales, o de dispositivos ambulatorios, o de hospitales de día, siendo los españoles muy inferiores a la media europea.
Aquí, recuerda que el gasto en sanidad destinado a enfermedades mentales varía considerablemente entre las 17 comunidades autónomas, lo que conlleva diferentes niveles de prioridad para la salud mental, y a la desigualdad de la atención a la salud mental en todo el territorio. También llama la atención sobre el hecho de que en España no haya un plan nacional de prevención del suicidio, o que no exista desde hace más de 4 años una estrategia de salud mental nacional.
"Otro problema muy importante en España con respecto de Europa es que no contamos con profesionales específicos para la Psiquiatría especializada en infancia y adolescencia, una deuda histórica en España", advierte. Por todo ello, desde la Sociedad Española de Psquiatría reclaman un aumento de la inversión en salud mental, para que España no se sitúe a la cola en cuanto a recursos y a atención de pacientes se refiere.
Según recuerda Arango, un reciente estudio de la London School of Economics puso de manifiesto que por una sola libra invertida en prevención y tratamiento de la salud mental en Reino Unido se habían obtenido 90 libras de retorno. "¿Por qué no en España donde los datos actuales son terribles?", sentencia.
A esto habría que añadirle, según el informe 'Headway 2020' que, además, los servicios prestados por el sistema sanitario y los servicios prestados por otros ámbitos pertinentes de atención social están mal coordinados, lo que provoca importantes necesidades no satisfechas de las personas que sufren una enfermedad mental.
A su juicio, España tiene las siguientes necesidades a nivel nacional, regional y local: introducir los programas de evaluación y supervisión de la Estrategia en Salud Mental; concienciar de las dimensiones de la carga global de la salud mental y sus consecuencias más allá del sistema sanitario; aumentar la financiación destinada a la salud mental (es decir, inversiones para financiar la salud mental, los recursos humanos, las instalaciones de las comunidades, las terapias innovadoras, etc.); potenciar un enfoque holístico que se base en el tratamiento de la persona, teniendo en cuenta sus factores mentales y sociales, en lugar de los síntomas de la enfermedad, e incentivar la colaboración entre diversos sectores.