MADRID 18 Ago. (EUROPA PRESS) -
La corteza cerebral envejece menos de lo que se pensaba y lo hace por capas, siendo más resistentes aquellas que se utilizan con mayor intensidad, según han revelado investigadores del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE, por sus siglas en alemán), la Universidad de Magdeburgo y el Instituto Hertie de Investigación Clínica del Cerebro de la Universidad de Tubinga (Alemania).
Así lo han detallado a partir de un reciente estudio de la zona de la corteza cerebral responsable del sentido del tacto, cuyos resultados han publicado en la revista 'Nature Neuroscience', donde también aportan nuevos conocimientos sobre cómo cambia la capacidad de procesar la información sensorial con la edad.
La corteza cerebral humana tiene tan solo unos milímetros de grosor, está dispuesta en numerosos pliegues y suele verse reducida con la edad. "Se atribuye, entre otras cosas, a la pérdida de neuronas. Como resultado, algunas capacidades se deterioran. En cualquier caso, generalmente se asume que un menor volumen cerebral implica una función reducida", ha explicado la profesora Esther Kühn, neurocientífica del DZNE y del Instituto Hertie para la Investigación Clínica del Cerebro.
"Sin embargo, se sabe poco sobre cómo envejece realmente la corteza. Esto es notable, dado que muchas de nuestras actividades diarias dependen de una corteza funcional. Por eso examinamos la situación con escáneres cerebrales de alta resolución", ha detallado la investigadora.
El trabajo se centró en una parte de la corteza cerebral donde se procesan las señales del sentido del tacto, ubicada a ambos lados de la coronilla. Este área cerebral es útil para la percepción del propio cuerpo y la interacción con el entorno, procesa estímulos para realizar acciones rutinarias que van desde coger una llave hasta agarrar el pomo de una puerta o caminar.
Mediante resonancia magnética, los investigadores mapearon esta zona del cerebro en 60 hombres y mujeres de entre 21 y 80 años. "Hasta ahora, no se había considerado que la corteza somatosensorial primaria consiste en una pila de varias capas de tejido extremadamente delgadas, cada una con su propia arquitectura y función", ha destacado Kühn.
"Ahora hemos descubierto que estas capas envejecen de forma diferente. Aunque la corteza cerebral se vuelve más delgada en general, algunas de sus capas se mantienen estables o, sorprendentemente, incluso son más gruesas con la edad. Presumiblemente porque están especialmente solicitadas y, por lo tanto, conservan su funcionalidad. Por lo tanto, observamos evidencia de neuroplasticidad, es decir, adaptabilidad, incluso en personas mayores", ha detallado la experta.
Durante la investigación se observó que tanto la capa media de la corteza como las áreas superiores presentaban una notable resistencia al envejecimiento, que los autores atribuyeron al mayor uso que se hace de ellas, ya que están más expuestas a los estímulos externos. Además, las diferentes capas se distinguieron por su contenido de mielina, una sustancia esencial para la transmisión de señales nerviosas.
En contraposición, las capas más profundas de la corteza cerebral mostraron degeneración relacionada con la edad, es decir, eran más delgadas en los participantes mayores del estudio que en los más jóvenes. "Los circuitos neuronales de las capas inferiores se estimulan en menor medida, especialmente en la edad adulta. Por lo tanto, considero que nuestros hallazgos indican que el cerebro conserva lo que se utiliza con intensidad", ha enfatizado la especialista.
"En conjunto, nuestros hallazgos concuerdan con la idea general de que podemos beneficiar a nuestro cerebro con la estimulación adecuada. Creo que es una idea optimista que podamos influir en nuestro proceso de envejecimiento hasta cierto punto", ha destacado Kühn.