El entorno político de un país podría estar robando años de vida a su población

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Actualizado: miércoles, 16 julio 2025 9:10

MADRID, 16 Jul. (EUROPA PRESS) -

El entorno político en el que vivimos puede estar robándonos años de vida sin que nos demos cuenta. Más allá del estrés diario, la inestabilidad política, la falta de democracia y la desigualdad social tienen un impacto directo y medible en el envejecimiento de nuestro cerebro. Un estudio internacional demuestra que estos factores aceleran el deterioro cognitivo, afectando nuestra salud mental y calidad de vida a largo plazo.

   Un estudio internacional pionero con 161.981 participantes en 40 países, dirigido por investigadores del Instituto de Salud Cerebral Global del Trinity College de Dublín (Irlanda), revela que la contaminación atmosférica, la desigualdad social y la debilidad de las instituciones democráticas aceleran considerablemente el envejecimiento. El estudio colaborativo se publica en 'Nature Medicine'.

   La investigación introduce un marco global de exposoma (el estudio de cómo las exposiciones ambientales -físicas, sociales y políticas- influyen en la salud y la enfermedad) y su impacto en las brechas de edad bioconductuales (BBAG), una novedosa medida del envejecimiento acelerado.

Las BBAG representan la diferencia entre la edad real de una persona y la edad predicha a partir de su salud, cognición, educación, funcionalidad y factores de riesgo como la salud cardiometabólica o las deficiencias sensoriales.

    Este estudio, liderado por un equipo multinacional de Latinoamérica, África, Europa, Asia y Norteamérica, analizó factores ambientales, sociales y políticos y su impacto en el envejecimiento cerebral mediante inteligencia artificial avanzada y modelos epidemiológicos. Los resultados muestran que el lugar donde vives (tu exposoma) puede acelerar tu envejecimiento, aumentando el riesgo de deterioro cognitivo y funcional.

   Nuestra edad biológica refleja el mundo en el que vivimos. La exposición al aire tóxico, la inestabilidad política y la desigualdad, por supuesto, afectan a la sociedad, pero también influyen en nuestra salud. Debemos dejar de pensar en la salud cerebral como una responsabilidad puramente individual y considerar un marco más ecológico y neurosíndmico, relata Agustín Ibáñez , autor correspondiente del estudio y becario Atlantic del Instituto de Salud Cerebral Global (GBHI) del Trinity College de Dublíe.

    Los hallazgos llegan en un momento crítico: con la democracia en retroceso a nivel mundial, la contaminación atmosférica alcanzando niveles críticos y la creciente brecha de riqueza, estos datos presentan la primera evidencia de que las exposiciones estructurales combinadas, más allá del estilo de vida individual, están profundamente arraigadas en nuestro proceso de envejecimiento. En una era de creciente populismo, degradación ambiental y desplazamientos globales, comprender cómo los entornos envejecen nuestro cerebro es un imperativo científico, político, ético y sanitario.

   El doctor Hernán Hernández, del Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile) y primer autor del estudio, agrega: "Esto no es una metáfora: las condiciones ambientales y políticas dejan huellas mensurables en 40 países, revelando un claro gradiente de envejecimiento acelerado desde África hasta América Latina, Asia y Europa".

   Utilizando herramientas computacionales, los investigadores desarrollaron la brecha de edad bioconductual (BBAG) , un marcador biológico que compara la edad prevista con la edad cronológica.

    Los BBAG se ajustaron estrechamente a las edades reales de las personas, pero muchos mostraron un envejecimiento retrasado o acelerado más allá de lo esperado.

Posteriormente, los investigadores utilizaron estas brechas para examinar patrones en diferentes regiones del mundo y los tipos de exposición que podrían acelerar el envejecimiento. Europa registró el envejecimiento más saludable en comparación con otras regiones, mientras que Egipto y Sudáfrica mostraron el envejecimiento más rápido.

Las personas en Asia y Latinoamérica se situaron en un punto intermedio. Dentro de Europa, los países del este y del sur mostraron un envejecimiento más rápido. A nivel mundial, un envejecimiento más rápido se relacionó estrechamente con menores niveles de ingresos nacionales.

   Varios tipos de exposición se relacionaron con un envejecimiento más rápido: factores físicos como la mala calidad del aire; factores sociales, como la desigualdad económica, la desigualdad de género y la migración; y factores sociopolíticos, como la falta de representación política, la limitada libertad de partido, las restricciones al derecho de voto, las elecciones injustas y las democracias débiles.

    Cabe destacar que los niveles más altos de BBAG se asociaron con consecuencias reales: predijeron futuros deterioros tanto en las capacidades cognitivas como en el funcionamiento diario . Las personas con mayores diferencias de edad eran más propensas a presentar pérdidas significativas en estas áreas con el tiempo.

   Sandra Baez, coautora correspondiente y becaria atlántica para la equidad en la salud cerebral en GBHI, Trinity College, confirma: "Que una persona envejezca de manera saludable o acelerada está determinado no solo por elecciones individuales o su biología, sino también por sus entornos físicos, sociales y políticos, y estos efectos varían ampliamente entre países".

   De esta forma, este estudio redefine el envejecimiento saludable como un fenómeno ambiental, social y político. Las estrategias de salud pública deben ir más allá de las prescripciones sobre estilos de vida para abordar las desigualdades estructurales y los déficits de gobernanza.

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