MADRID, 27 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un programa pionero de ensayos clínicos que administra un tratamiento experimental directamente al cerebro ofrece la esperanza de que sea posible restaurar las células dañadas en el Parkinson.
El estudio, publicado en la revista 'Brain', tuvo como objetivo investigar si los niveles de una proteína, el factor neurotrófico derivado de la glía (GDNF), pueden regenerar las células cerebrales moribundas en personas con Parkinson y revertir la enfermedad, que es algo que ningún tratamiento existente puede hacer.
Para llevar GDNF a las células del cerebro que lo necesitan, se desarrolló un sistema especial. En total, 41 participantes se sometieron a una cirugía asistida por robot para colocar cuatro tubos cuidadosamente en sus cerebros, lo que permitió que GDNF se inyectara directamente en las áreas del cerebro afectadas con una precisión milimétrica, a través de un puerto en el lado de la cabeza.
Seis personas participaron en el estudio piloto inicial para evaluar la seguridad del enfoque de tratamiento. Después, otras 35 intervinieron en el ensayo doble ciego de nueve meses, donde la mitad fue asignada al azar para recibir dosis mensuales de GDNF y la otra mitad de placebo. Tras los nueve meses iniciales de GDNF o placebo, todos los participantes tuvieron la oportunidad de recibir GDNF por otros nueve meses.
Si bien hubo algunos signos alentadores de mejoras en los que recibieron GDNF, no hubo diferencias significativas entre el grupo de tratamiento activo y los que recibieron placebo en cualquier evaluación de los síntomas de Parkinson. Sin embargo, los resultados de las exploraciones cerebrales revelaron efectos extremadamente prometedores sobre las células cerebrales dañadas.
Todos los participantes se sometieron a escáneres cerebrales antes de comenzar el ensayo y después de nueve meses para evaluar cómo de bien estaban funcionando las células cerebrales productoras de dopamina. Después de nueve meses, no hubo cambios en las exploraciones de las personas que recibieron placebo, mientras que el grupo que recibió GDNF mostró una mejora del cien por cien en un área clave del cerebro afectada por la afección, lo que ofrece la esperanza de que el tratamiento comenzara a reactivarse y a restaurar las células cerebrales dañadas.
A los 18 meses, cuando todos los participantes habían recibido GDNF, ambos grupos mostraron mejoras moderadas a grandes en los síntomas, en comparación con sus puntuaciones antes de comenzar el estudio. Esto ofrece un nuevo argumento de que el tratamiento puede tener efectos beneficiosos a largo plazo, pero como todos sabían que estaban recibiendo el tratamiento activo y no había un grupo de comparación, estas mejoras "deben tratarse con precaución", señalan los autores.
"Este ensayo ha demostrado que podemos inyectar medicamentos de forma segura y repetida directamente en el cerebro del paciente durante meses o años a través de un pequeño puerto implantado que emerge a través de la piel detrás de la oreja. Es un avance significativo en nuestra capacidad para tratar afecciones neurológicas, como la enfermedad de Parkinson porque la mayoría de los medicamentos que podrían funcionar no pueden atravesar el torrente sanguíneo hacia el cerebro debido a una barrera protectora natural", explica el líder del estudio, Steven Gill.