MADRID, 24 May. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes con afecciones reumáticas y musculoesqueléticas son vulnerables al consumo de opiáceos a largo plazo, y hasta 1 de cada 3 de los que padecen artritis reumatoide o fibromialgia, que toman estos fármacos por primera vez, se encuentran potencialmente en riesgo, sugieren las conclusiones de una carta de investigación, publicada online en la revista 'Annals of the Rheumatic Diseases'.
Los autores señalan que a las personas con afecciones reumáticas y musculoesqueléticas se les suelen recetar opiáceos para tratar el dolor, y que una proporción de ellos se convertirá en consumidores a largo plazo, con los consiguientes riesgos de dependencia y efectos secundarios nocivos.
La mayoría de las investigaciones definen el consumo prolongado de opiáceos como 90 días o más, aunque las definiciones varían, y no existen estimaciones actuales de la magnitud del consumo prolongado de opiáceos, añaden.
Para evaluar la proporción de pacientes que pasan a consumir opiáceos a largo plazo entre los que acaban de empezar a tomarlos, se basaron en los historiales médicos anónimos de 841.047 adultos cuyos datos se habían introducido en el Clinical Practice Research Datalink (CPRD), una base de datos de investigación de atención primaria representativa de todo el Reino Unido.
A unos 12.260 de ellos se les había diagnosticado artritis reumatoide, a 5.195 artritis psoriásica, a 3.046 espondiloartritis axial, a 3.081 lupus eritematoso sistémico (LES), a 796.276 artrosis y a 21.189 fibromialgia.
A cada paciente se le había prescrito un opioide por primera vez hasta 6 meses antes, o en cualquier momento después, de su diagnóstico entre enero de 2006 y finales de octubre de 2021, y había sido controlado durante al menos un año.
El uso a largo plazo se definió como estándar (3 o más recetas de opiáceos en un periodo de 90 días, o más de 90 días de suministro de opiáceos en el primer año); o estricto (10 o más recetas de opiáceos durante más de 90 días, o más de 120 días de suministro de opiáceos en el primer año); o amplio (más de 3 recetas de opiáceos a intervalos mensuales en los primeros 12 meses).
En total, se identificaron 1.081.216 nuevos episodios de consumo de opiáceos entre todos los pacientes, de los cuales algo menos del 17% pasaron a un consumo a largo plazo según la definición estándar, el 11% según la estricta y el 22% según la amplia.
La mayoría (más del 97%) de los nuevos episodios de prescripción que cumplían alguna de las definiciones se incluyeron en la definición amplia. Algo menos de la mitad cumplían las tres.
La mayor proporción de consumidores de opiáceos a largo plazo fueron pacientes con fibromialgia (27,5%, 21% y 34% para cada una de las definiciones respectivas), seguidos de pacientes con artritis reumatoide (26%, 18,5% y 32%) y pacientes con espondiloartritis axial (24%, 17% y 30%). La proporción más baja de pacientes con artrosis: 16,5%, 11% y 21,5% para cada una de las definiciones respectivas.
La proporción de pacientes con LES y fibromialgia que se convirtieron en consumidores de opioides a largo plazo aumentó notablemente entre 2006 y 2019, pasando del 22% al 33%, y alcanzando el 29% en 2020.
Se observó una tendencia a la baja estadísticamente significativa en el caso de los pacientes con artritis reumatoide, aunque la proporción global se mantuvo elevada en el 24,5% en 2020.
Con arreglo a la definición estricta, 1 de cada 5 pacientes con fibromialgia y 1 de cada 6 de los pacientes con artritis reumatoide o espondiloartritis axial cumplían las definiciones de consumo prolongado de opioides en los 12 meses siguientes al inicio del consumo de opioides.
Pero esta proporción podría llegar a 1 de cada 3 en el caso de los pacientes con fibromialgia o artritis reumatoide, y a 1 de cada 3,5 en el de los pacientes con espondiloartritis axial, utilizando la definición amplia, señalan los investigadores.
"Los hallazgos justifican la vigilancia en la práctica de la prescripción de opiáceos para afecciones reumatoides y musculoesqueléticas, ya que la terapia con opiáceos a largo plazo se asocia con malos resultados (por ejemplo, dependencia de opiáceos y eventos adversos relacionados con opiáceos)", advierten.
Y aconsejan a los médicos que inicien revisiones de la medicación o la prescripción y que consideren tratamientos no farmacológicos para aliviar el dolor con el fin de minimizar los riesgos de "daños evitables" en este grupo de pacientes.