MADRID 20 May. (EUROPA PRESS) -
La compañía Siemens Healthineers ha presentado los datos del barómetro social del ictus que revelan que la concienciación pública sobre esta enfermedad "sigue siendo baja", ya que solo una de cada tres personas afirma estar bien informada sobre el ictus y menos del 30 por ciento cree saber reconocer los síntomas.
El ictus es la principal causa de discapacidad en Europa, con alrededor de 1,1 millones de personas afectadas cada año. A medida que la población europea envejece, la incidencia de los accidentes cerebrovasculares va en aumento, con un incremento previsto del 23 por ciento de las personas mayores de 60 años para 2030.
En la actualidad, casi 10 millones de europeos viven con los efectos a largo plazo del ictus, una dolencia que ocasiona un gasto sanitario estimado de 86.000 millones de euros al año, cifra que aumentará de aquí a 2040. Los principales factores de riesgo en Europa son modificables, lo que subraya la necesidad de una mayor concienciación.
ASí, Siemens Healthineers, en colaboración con la Asociación Italiana de Ictus - Italian Stroke Association (ISA-AII, Italia), ha lanzado este proyecto para conocer el estado de la concienciación en países como España e Italia. De este modo, aunque el 94 por ciento de las personas puede identificar al menos un síntoma del ictus, el conocimiento sigue limitándose a los más visibles, como la dificultad para hablar (70 %), la confusión (50 %) y la pérdida de equilibrio (46 %).
Además, solo el 15 por ciento de la población está familiarizado con el protocolo FAST, una herramienta esencial para el reconocimiento rápido, que desciende al 11 por ciento entre los 'baby boomers'.
Igualmente, aunque la hipertensión está ampliamente reconocida como factor de riesgo (64%), seguida del tabaquismo y de un estilo de vida sedentario, solo el 10 por ciento de las personas cree estar personalmente en riesgo. La percepción de vulnerabilidad aumenta cuando hay un superviviente de ictus en la familia o entre los amigos, especialmente si el cuidador es una mujer.
Los resultados también muestran que los propios supervivientes de ictus tenían un conocimiento limitado de la enfermedad antes del ictus y a menudo no reconocían sus propios síntomas en el momento del inicio. En la mayoría de los casos, la persona afectada no era consciente del problema y otra persona intervino en su ayuda.
Este proyecto también evaluó las dimensiones emocionales y sociales del ictus: la recuperación suele percibirse como más difícil de lo esperado, sobre todo en el caso del ictus hemorrágico, y muchos supervivientes han experimentado una falta de apoyo emocional durante la rehabilitación. En lugar de recomendar cambios drásticos en el estilo de vida, piden una orientación médica más clara y campañas educativas más atractivas que hagan hincapié en la importancia de la intervención precoz.
"Los resultados de este barómetro son una señal de alerta para todos nosotros. Si el ictus es una enfermedad tan temida, ¿por qué hay tan pocas personas capaces de reconocer sus señales de alarma o de ser conscientes de su riesgo", ha declarado Frederico Pasquarelli, responsable de Terapias Avanzadas para el sur de Europa de Siemens Healthineers.
"El ictus tiene un impacto sociosanitario elevadísimo; sus consecuencias pueden ser devastadoras, especialmente cuando no se actúa con rapidez", ha finalizado la presidenta de la Asociación Italiana del Ictus (ISA), Paola Santalucia.