MADRID, 21 Jul. (EDIZIONES) -
Que tengamos más o menos memoria depende en gran parte de nuestra genética. No obstante, también está en nuestra mano mejorarla y ejercitarla para potenciarla o mantenerla. El cómo funciona es algo bastante complejo y, a grandes rasgos, comprenderlo puede ayudarnos a corregir lo que hacemos mal.
Así lo asegura la psicóloga Laura Vera, con motivo de la publicación de su libro, '¿A qué he venido yo aquí?' (Desclée de Brouwer), un manual en el que explica que la memoria consta de tres fases, más o menos diferenciadas:
1.- El 'registro', fase en la que recibimos la información a través de nuestros sentidos, y la registramos. Es muy importante el nivel de atención que ponemos en ello, si no no podremos registrarla bien. Aquí es donde muchas personas encuentran el problema porque a veces no somos conscientes de estar poniendo atención en lo que hacemos.
2.- Almacenamiento. Cuando ya la información se registra, ésta habría que almacenarla. "Es verdad que hay información que necesitamos almacenarla, porque la necesitamos, y hay mucha otra que no. Por ello es necesario olvidar y afortunadamente olvidamos porque no necesitamos".
Aquí dice que es importante que al almacenarla la asociemos, la ordenemos en nuestra cabeza, o incluso recurrir a la visualización. "En muchas personas tampoco se es consciente de esto y a veces no se hace nada por almacenar la información. Si no se hace nada más puede ser muy complicado que esa información se afiance y quede bien almacenada", avisa la experta.
3.- En la última fase, la de recuperación de la información, la psicóloga sostiene que si no se han recuperado bien las anteriores fases, no podremos obtener la información que queremos. Comprender cómo funciona nos da un poco las pistas para ver qué es lo que estamos haciendo mal y tenemos que corregir.
ERRORES CON NUESTRA MEMORIA Y TRUCOS PARA EJERCITARLA
Por ello, Vera destaca que entre los principales errores que seguimos a la hora de trabajar nuestra memoria se encuentra la falta de atención, porque sin ella no se puede registrar la información y por tanto no se podrá almacenar.
También apunta al no hacer nada con la información. "Es interesante conocer que hay estrategias para poder facilitar la memoria. En el caso de estudiantes es verdad que existe un método de estudio que ayuda mucho a la memoria. Hay que comprender el material que se aprende o memoriza. Para un estudiante que no comprenda lo que lee supone una dificultad importante para su memoria", indica.
"Es importante comprender que podemos hacer muchas cosas, y que no es todo el decir que se tiene mala memoria. Puede que no se tenga una memoria extraordinaria, pero se pueden hacer muchas cosas para mejorar", advierte la experta.
Así, subraya que se pueden poner en marcha una gran variedad de ejercicios y sobre todo recurrir a la variedad, no sólo hacer crucigramas o sudokus o leer. "Hay que variar en los ejercicios y presentarle a nuestro cerebro nuevas tareas o actividades para que se esfuerce", destaca. Con ello, propone.
1.- Trabajar con la lista de la compra. "Muchas veces la hacemos desorganizada y nos dejamos la lista en casa. Si previamente la hemos escrito de forma organizada y agrupando elementos y ordenándolos puede que nos acordemos de gran parte de las cosas", aprecia Vera.
2.- Para estimular la memoria fotográfica, la visual, recomienda situarse en la calle frente a un escaparate, mirarlo con detenemiento y detalle durante unos dos minutos, fijarse en todos los elementos y en cómo están colocados, además de cuáles son los precios. "Hay que recoger y hacer ese esfuerzo por agrupar el máximo de información posible. Después, intentar recordar todo lo que había en ese escaparate", señala.
3.- Ejercicios de agilidad mental. "Se pueden hacer muchos pensando en palabras que empiecen con una determinada sílaba, o darnos un tiempo limitado y en un minuto ver cuántas palabras que empiezan con esa sílaba somos capaces de escribir. El hecho de esforzarnos por rapidez fortalecería la agilidad mental", apostilla.
No obstante, reconoce que las circunstancias de la vida pueden interferir y luego también hay circunstancias que pueden a veces ser temporales o cambios vitales que nos suceden y que de pronto pueden hacer que nuestros hábitos de vida se vean modificados y nuestra memoria mermada.
Además, explica que la memoria se deteriora de forma inevitable con el tiempo y de la misma manera que nuestro cuerpo físico sufre un claro deterioro. "No subimos las escaleras igual que con 20 años o con 60, y nuestro cerebro acusa ese deterioro", recuerda.
Eso sí, avisa de que el deterioro general que sufre no significa que reste calidad de vida o desemboque en Alzheimer. "Muchas veces no nos acordamos que tenemos memoria hasta que nos damos cuenta de fallos en la misma. Entiendo que muchas veces genera preocupación y el estrés, la ansiedad, o la preocupación son grandes enemigos de la memoria", precisa.
Es más, celebra la capacidad de nuestro cerebro que, a pesar de que exista cierto deterioro, se pierdan neuronas a una edad temprana, nuestro cerebro nunca pierde la capacidad de establecer nuevas conexiones neuronales.
"Si lo ejercitamos, le presentamos tareas novedosas que requieran de dificultad, como un hábito de vida más, continuará estableciendo conexiones neuronales, y vamos a mantenerlo en forma de la misma manera que cuando se empieza a hacer ejercicio y alguien que se cuida, con la memoria es lo mismo. A pesar del deterioro hay cierto margen de maniobra y tenemos cierta responsabilidad de cuidar nuestra memoria", concluye.