MADRID, 14 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un estudio desarrollado en ratones por un grupo de investigadores de la Universidad de Campinas (UNICAMP) de So Paulo (Brasil) ha demostrado que el ejercicio físico con pesas puede reducir en un corto período de tiempo la grasa acumulada en el hígado mejorando el control del azúcar en sangre de pacientes que sufren obesidad y diabetes, incluso antes de que tenga lugar una pérdida de peso significativa.
Este estudio, publicado en 'Journal of Endocrinology', ha concluido que dos semanas de este tipo de ejercicio sirven para modificar la expresión génica del tejido hepático. Esto ocurre porque se quema una mayor cantidad de lípidos, lo que contribuye al tratamiento de la enfermedad del hígado graso no alcohólico. En este sentido, se observó además que la sensibilización de insulina celular en el tejido había mejorado, disminuyendo la síntesis hepática de la glucosa.
Así, Leandro Pereira de Moura, profesor de la escuela de Ciencias aplicadas de UNICAMP e investigador principal del estudio, ha explicado que el exceso de grasa en el hígado causa inflamación, lo que hace que las células hepáticas sean menos sensibles a la acción de la insulina, lo que puede provocar cirrosis e insuficiencia hepática.
Para evaluar esta relación se utilizaron tres grupos de ratones. Uno de ellos fue alimentado con una dieta estándar (4% de grasa) durante 14 semanas, mientras tanto, el segundo y tercero se alimentaron con una dieta hiperlipidemica (35% de grasa). Así, el segundo grupo mantuvo un estilo de vida sedentario, mientras que el último fue sometido a ejercicios de fuerza 15 después de padecer obesidad y diabetes.
De este modo, se observó que aunque los ratones sometidos a este entrenamiento seguían siendo obesos al final del período, sus niveles de azúcar en sangre en ayunas eran normales. Sin embargo, un análisis del tejido hepático mostró una reducción de entre el 25 y 30 por ciento en la grasa local en el grupo que realizó el protocolo de ejercicio en comparación con el nivel de grasa del grupo sedentario. Además, se redujo la cantidad de proteínas proinflamatorias.
"Nuestro siguiente paso será averiguar cómo se procesa esta comunicación entre los músculos y el hígado. Nuestra hipótesis es que una proteína llamada 'clusterin' puede estar involucrada" ha concluido el experto.