MADRID, 30 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un estudio del Instituto de Desarrollo Juvenil de la Universidad de Georgia (Estados Unidos), publicado en la revista 'Sleep Health', ha encontrado que un mejor sueño puede reducir la influencia negativa de los factores estresantes ambientales en el comportamiento impulsivo de los niños.
El sueño es una parte fundamental de la salud general de un niño, pero también puede ser un factor importante en su comportamiento ya que dormir lo suficiente puede ayudar a los niños a combatir los efectos de entornos estresantes.
"Se ha demostrado que los entornos estresantes hacen que los adolescentes busquen recompensas inmediatas en lugar de recompensas retrasadas, pero también hay adolescentes que se encuentran en entornos estresantes que no son impulsivos", explica el autor principal el estudio, estudiante de doctorado de cuarto año en la Facultad de Familia y Familia de la UGA, Linhao Zhang. "Analizamos qué explica ese vínculo y qué diferencia a algunas personas de otras. Un mecanismo que encontramos es el sueño", añade.
Los investigadores analizaron datos del Estudio de desarrollo cognitivo del cerebro en adolescentes, un estudio de desarrollo cerebral de varios años financiado por los Institutos Nacionales de Salud. Utilizando información de 11.858 niños de 9 a 10 años, descubrieron que la falta de sueño y la latencia prolongada del sueño (la cantidad de tiempo que se tarda en conciliar el sueño) tenían un vínculo significativo con las conductas impulsivas en el futuro.
Los problemas del sueño, como la latencia del sueño y las conductas impulsivas, se comprobaron en múltiples momentos a lo largo de dos años. Cuando los niños dormían menos de las nueve horas recomendadas o tardaban más de 30 minutos en conciliar el sueño, existía un fuerte vínculo con conductas impulsivas en el futuro. Algunos de estos comportamientos incluían actuar sin un plan, buscar emociones o sensaciones y falta de perseverancia.
Sin embargo, el sueño fue un mediador entre estas acciones, y cuando los problemas de sueño estuvieron ausentes durante el estudio, también fue menos probable que se observara impulsividad en el futuro.
La hiperconectividad neurológica, en la que los cerebros de los adolescentes permanecían muy activos incluso cuando no participaban activamente en tareas, también jugó un papel, afirma Zhang.
Este estudio analizó la red de modo predeterminado, una red cerebral relacionada con comportamientos dirigidos a objetivos. Cuando esta red era hiperactiva durante el estado de reposo, podía exacerbar el vínculo entre los entornos estresantes, el sueño y la impulsividad. Esta conexión podría estar relacionada con el TDAH, que a Zhang le gustaría explorar en estudios futuros.
"Podemos observar la red de modo predeterminado y las regiones de regulación emocional. También es posible que esta hiperactividad y el TDAH estén altamente correlacionados, por lo que en un estudio futuro podríamos probarlo en un entorno más clínico. Eso podría tener grandes implicaciones en los programas de intervención o asesoramiento", detalla el investigador.
Estos hallazgos no solo resaltan el papel del sueño en el desarrollo cognitivo y conductual, sino que también podrían informar intervenciones de bajo costo para ayudar en el desarrollo psicológico de los niños que enfrentan factores estresantes en el hogar, asegura Zhang.
"Si se quieren desarrollar intervenciones para personas en entornos estresantes, es muy costoso y, a veces, se necesita trabajo generacional para cambiar", advierte Zhang. "Sin embargo, el sueño es un comportamiento modificable y estos cambios pueden ser rentables", añade.
Además, el autor asegura que dormir muy poco puede ser un problema incluso fuera de entornos estresantes. Por ejemplo, los adolescentes a menudo tienen un ritmo circadiano que está orientado a quedarse despiertos hasta tarde y dormir hasta tarde, pero empezar temprano la escuela y completar las tareas hasta altas horas de la noche pueden alterar ese ritmo.
"Muchos adolescentes no tienen suficiente tiempo para dormir y tienen falta de sueño. Este estudio muestra por qué es importante promover una mayor duración del sueño retrasando el inicio de clases o estableciendo rutinas para que los adolescentes sepan: 'Está bien, después de este evento, me voy a la cama'", explica el autor.
Establecer estas rutinas, sin importar el entorno, puede crear patrones más saludables y reducir el tiempo necesario para conciliar el sueño. También es vital actuar temprano al desarrollar hábitos de sueño.
"Para las personas que pueden estar en entornos desfavorecidos, si podemos proporcionar algunas estrategias que ayuden a dormir, puede tener un impacto positivo, especialmente para los adolescentes que se encuentran en una etapa de desarrollo tan crítica para su desarrollo cerebral", concluye.