MADRID, 15 Ene. (EDIZIONES) -
Dormir es un placer y no siempre dormimos todo lo que podemos. De hecho, conforme van pasando los años nos cuesta más dormir, incluso dormimos peor. No obstante, la necesidad de sueño se mantiene, aunque no seamos capaces de dormir todo lo que nos gustaría por diferentes causas.
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos explica que esto es debido a que, con la edad, los patrones de sueño cambian, y la mayor parte de personas, con el envejecimiento, presentan dificultades para conciliar el sueño. Es normal despertarse con más frecuencia por la noche y levantarse antes por la mañana.
En este sentido, la doctora Sandra Giménez Badia, miembro de la Sociedad Española del Sueños (SES) y neurofisióloga clínica del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau de Barcelona subraya en una entrevista con Infosalus que conforme pasan los años la necesidad de sueño "no disminuye", si bien tienen lugar cambios fisiológicos que hacen que durmamos menos.
En concreto, precisa que un recién nacido duerme entre 14 y 17 horas y permanece unas 5 horas en varias siestas a lo largo del día; un niño en edad preescolar (3-5 años) duerme entre 10 y 13 horas, edad en la que las siestas disminuyen y se condensa el sueño por la noche; para después progresivamente dejar las siestas e ir concentrando el sueño por la noche, hasta las 6-7 horas de la edad adulta.
Eso sí, no hay un determinado número de horas exactas que determinen que la persona ha descansado lo suficiente. La miembro de la unidad multidisciplinar del sueño del citado centro hospitalario explica que en la edad adulta hay que dormir lo que se necesite para estar bien.
"Idealmente si todos durmiéramos lo mismo entre semana que cuando estamos de fin de semana, o en vacaciones, que solemos dormir más que entre semana, dormiríamos lo que realmente nuestro cuerpo necesita. Generalmente vamos privados de sueño", advierte la especialista en sueño.
De hecho, la miembro de la SES aconseja mantener unos hábitos de higiene de sueño para conciliarlo mejor y dormir mejor. "En la edad adulta, la media de 7-8 horas de sueño diarias es lo ideal, incluso en adultos, y adultos mayores, en personas de edad avanzada. Si tenemos un abuelo con una buena calidad de vida, intelectualmente activo, y físicamente activo, así como con actividad social, no tiene por qué dormir mal", señala Giménez.
LAS RUTINAS AYUDAN A CONSOLIDAR EL SUEÑO
Por eso, insiste en que con la edad aparecen cambios fisiológicos que impiden dormir como nos gustaría, pero resalta que "hacerse mayor no significa que se deje de dormir". "Las circunstancias hacen que el sueño sea más fragmentado, pero el hacerse mayor no debe afectar. Si se mantiene una buena higiene de sueño, se mantienen unos horarios regulares de acostarse y de levantarse, se realiza actividad durante el día, siestas después de comer y de 20 minutos, se vigilan las medicaciones; se evitan el alcohol, el café y el tabaco, que son estimulantes; se deja el móvil y otros estímulos lumínicos aparte; el sueño no tiene por qué ir mal", menciona la doctora experta en sueño.
Aquí recuerda que las personas seguimos un ritmo circadiano, por el que por el día estamos despiertos y por la noche dormimos. "A medida que nos hacemos mayores estos ritmos se debilitan y hay tendencia a dormirnos antes y a despertarnos también antes", subraya.
En el caso concreto de los adolescentes, que por tendencia fisiológica (normal) tienden a dormirse más tarde y a despertarse más tarde, esto es debido a que el ritmo circadiano está guiado por la secreción de melatonina, la hormona en gran parte responsable del sueño, que se segrega más tarde que a otras edades.
"A partir de los 40 la cantidad de necesidad de sueño se mantiene pero éste es menos profundo, aparte de que la estructura del sueño cambia y tenemos más facilidad para despertarnos ante los ruidos externos", agrega.
EL SUEÑO EN LAS PERSONAS MAYORES
En cambio, dice que en el caso de los ancianos hay menos secreción de esta hormona del sueño, y además se segrega antes, estas personas tienen la sensación de dormir antes, y por tanto el periodo de sueño acaba antes, aclara la doctora del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau de Barcelona.
Asimismo, la doctora Sandra Giménez Badia recuerda que en los ancianos hay más problemas que dificultan el mantenimiento de ese sueño, tales como el dolor, el hecho de que consuman más medicación, pueden tomar diuréticos que les harán ir más veces al baño, por ejemplo, y todo ello repercute en un sueño más fragmentado de lo normal.
Por otro lado, sostiene que con la edad también se incrementan las alteraciones propias del sueño, y por ejemplo son más notables los trastornos respiratorios, de insomnio, o las pesadillas, por ejemplo.
Las principales quejas vienen generalmente de las personas de edad avanzada, muchas de las cuales apenas pegan ojo por la noche. "El tiempo total de sueño se mantiene igual o disminuye ligeramente (6,5 a 7 horas por noche). Puede ser más difícil quedarse dormido, y usted puede pasar más tiempo total en la cama. La transición entre el sueño y despertarse con frecuencia es abrupta, lo que hace que las personas mayores sientan que tienen un sueño más ligero que cuando eran jóvenes", añade la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Además, dice que en ese rango de edad se pasa menos tiempo durmiendo profundamente y sin soñar. De hecho, destaca que las personas mayores se despiertan de promedio de 3 a 4 veces por noche y también son más conscientes del hecho de estar despierto.
"Las personas mayores se despiertan con más frecuencia porque pasan menos tiempo en el sueño profundo. Otras causas incluyen la necesidad de levantarse a orinar (nicturia), ansiedad, e incomodidad y dolor por enfermedades prolongadas (crónicas)", remarca.