MADRID, 16 Dic. (EUROPA PRESS) -
El dolor irruptivo oncológico, esto es, una de las formas de dolor más difíciles de controlar en el paciente con cáncer, llega a repercutir en "la valoración global" del tratamiento oncológico, pues se asocia mentalmente a un "fracaso terapéutico", según ha expresado la oncóloga del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, Yolanda Escobar, que alerta también de su difícil abordaje
A diferencia del dolor crónico, el irruptivo aparece de manera espontánea y en la mayoría de los casos es impredecible. Constituye una exacerbación del dolor que aparece de forma súbita y transitoria, que se caracteriza por su intensidad elevada, un inicio rápido (1-5 minutos), y que se produce con una frecuencia de 1 a 4 episodios al día, con una duración media de 45 minutos.
Este dolor afecta a más de la mitad de los pacientes con cáncer y tiene un impacto sustancial en su calidad de vida, afectando al sueño, las relaciones sociales y las actividades de la vida diaria, por lo que los expertos indican La necesidad de un diagnóstico temprano, así como un abordaje multidisciplinar del tratamiento del dolor.
"El dolor es uno de los síntomas más temidos por los pacientes oncológicos, ya que lo asocian a la gravedad del proceso y a la falta de respuesta a los tratamientos, además de valorarlo como un factor anunciador de la recidiva y/o la diseminación tumoral", ha apuntado la experta. En este sentido, señala que su presencia prolongada "afecta negativamente a todas las facetas de la vida del paciente".
Recientes estudios, según ha expresado la experta, ponen de manifiesto la necesidad de herramientas de evaluación para un tratamiento efectivo. Está demostrado que la mejora del dolor, en su faceta de abordaje tridimensional (bio-psico-social) mejora la calidad de vida de todos los pacientes en general, con especial énfasis en los pacientes oncológicos, produciendo un aumento en la supervivencia.
BARRERAS Y LIMITACIONES
En la detección del dolor oncológico hay barreras y limitaciones que dependen de todos los agentes implicados en su manejo. "Los propios pacientes pueden actuar como barrera cuando omiten voluntariamente informar al médico de la presencia del dolor, tratando de minimizar su importancia", ha apuntado la especialista.
Considerarlo un aspecto consustancial al cáncer o evitar "distraer" al profesional de lo que consideran el "meollo de su asistencia", que es la evolución del tumor y su respuesta al tratamiento, son los principales motivos que ha señalado.
En términos similares se ha expresado también el jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital General Universitario de Valencia, Carlos Camps, que ha incidido en la importancia de la coordinación entre los distintos niveles asistenciales para realizar un abordaje completo de todos los problemas relacionados con el tumor o los tratamientos.
Además, Camps ha destacado la necesidad de una formación continuada de los médicos y el personal sanitario sobre la importancia del dolor y tiempo para su correcto diagnóstico, tratamiento y seguimiento.
"Es importante individualizar el tratamiento, así como anticiparse y tratar bien desde el principio el dolor, lo que conllevará un menor sufrimiento y mejora de la calidad de vida y supervivencia del paciente". En el caso del dolor irruptivo, además, es "fundamental" poder ofrecer el tratamiento "que más se adapte al dolor del paciente", en este sentido fármacos "potentes" y "de inicio de acción rápido", ha manifestado el oncólogo.