MADRID 19 Jun. (EUROPA PRESS) -
El dolor crónico en cualquier parte del cuerpo puede distorsionar la intensidad con la que una región clave del cerebro percibe el dolor en cualquier otra parte, según concluye un estudio realizado en ratas, dirigido por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Nueva York (NYU, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos.
Diseñado por la evolución para ayudarnos a evitar lesiones y ser más propensos a sobrevivir, nuestro cerebro está programado para generar alarma cuando estamos heridos y miedo cuando volvemos a toparnos con la misma fuente de lesiones, como revela esta investigación, publicada en la revista 'eLife' y presentada este viernes en la reunión anual de la Sociedad Americana del Dolor.
El nuevo estudio apoya la teoría de que el dolor crónico vuelve a conectar los circuitos en una región cerebral llamada córtex del cíngulo anterior (ACC, por sus siglas en inglés) para aumentar la "aversión", la cantidad de atención prestada y la alarma por cualquier señal de dolor, según los autores. La mayoría de los análisis anteriores se han centrado en la nocicepción, la intensidad de las señales sensoriales entrantes, en lugar de lo que hace el cerebro con esas señales una vez que llegan.
"Hemos realizado este estudio debido a lo que vimos en la clínica, donde los pacientes con dolor crónico, por ejemplo, en la parte inferior de la espalda, informan de dolor mucho más fuerte que el dolor normal después de una cirugía en la rodilla o el abdomen --dice Jing Wang, catedrático de Investigación Clínica y Traslacional del Departamento de Anestesiología, Cuidados Perioperatorios y Medicina del Dolor en NYU Langone--. Los resultados de nuestro estudio argumentan que el dolor crónico causa distorsión en la forma en la que el ACC calcula la intensidad del dolor con consecuencias para todo el sistema".
Alrededor de 1.500 millones de personas en todo el mundo sufren de dolor crónico, como fibromialgia y varios otros síndromes en los que los pacientes son más sensibles al dolor en todo el cuerpo por razones desconocidas. Investigaciones anteriores han demostrado que una parte del cuerpo que es la fuente de dolor crónico desencadena más actividad de señalización que la normal en las células nerviosas del ACC cuando esa misma zona se lesiona de nuevo.
Según estos investigadores, el nuevo estudio es el primero en demostrar que el dolor crónico en una zona causa una mayor reacción a los estímulos que provocan dolor en todo el cuerpo. Específicamente, los científicos detectaron que el dolor crónico en una extremidad en ratas elevó la respuesta aversiva a los estímulos de dolor agudo en la extremidad opuesta.
INCREMENTA LA ACTIVIDAD DE UNA REGIÓN CEREBRAL
Para entender los mecanismos detrás de esto, Wang y sus colegas pusieron en cierto punto en el ADN de las células nerviosas en ratas el código de una proteína sensible a la luz. Al mismo tiempo, el equipo implantó electrodos en el AAC para medir la actividad de las células nerviosas. Con estos elementos, el equipo pudo emitir luz en el ACC, que reaccionó con la proteína sensible a la luz para ajustar la actividad de las células nerviosas allí a medida que las ratas se encontraban con estímulos dolorosos, juzgaban su intensidad y aprendían a evitarlos.
Los investigadores descubrieron que el dolor crónico incrementa dramáticamente la actividad del ACC y que el aumento artificial de la actividad del ACC hace que la respuesta de la región cerebral a los estímulos de dolor de baja intensidad sea mayor que lo normal, "molestando" a la rata mucho más de lo que debería. Por la misma razón, rebajar la señalización de las células nerviosas del ACC devolvió a la normalidad la respuesta conductual aversiva, que había sido amplificada por el dolor crónico.
Más allá del procesamiento del dolor, los resultados del trabajo implican que el dolor crónico puede magnificar las respuestas a los estímulos que son aversivos, pero no dolorosos, como las respuestas a la luz que empeoran las migrañas. Además, se sabe que el ACC está involucrado en procesos emocionales y está vinculado con muchas regiones cerebrales. Eso, combinado con los resultados actuales del análisis, sugiere que la ansiedad y la depresión crónicas también pueden amplificar la atención y la alarma asociada a los estímulos del dolor, que de otro modo serían demasiado pequeños para molestarnos, según los investigadores.
En la búsqueda del ACC, el equipo de investigación también ha proporcionado un objetivo racional para tecnologías como la estimulación cerebral profunda y la estimulación magnética transcraneal, que suministra corrientes eléctricas para revertir los patrones de señalización de las células nerviosas que causan enfermedad. Estos expertos ya están trabajando en protocolos relacionados diseñados para rastrear el aumento de la actividad ACC vinculada al dolor crónico, con pruebas clínicas que se espera que comiencen en 2018.