BARCELONA 3 Jun. (EUROPA PRESS) -
La directora del Instituto sobre el Abuso de Drogas (NIDA, en sus siglas en inglés) de Estados Unidos, Nora Volkow, hizo hoy una férrea defensa de las posibilidades de curación de un cerebro enfermo adicto a las drogas, "contrariamente a lo que la gente cree".
En la conferencia inaugural del Congreso 'Hablemos de drogas. Familias y jóvenes, juntos por la prevención' en Barcelona, organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), la Obra Social La Caixa y el Ministerio de Sanidad y Política Social, Volkow pronunció la conferencia 'Los riesgos para la salud del consumo de drogas y la neurobiología de la adicción'.
"La adicción se puede curar, contrariamente a lo que la gente cree, el cerebro se puede recuperar más de lo que pensábamos en el pasado, aún y cuando sea un cerebro adulto", defendió la experta, que rehusó frases como: "Ya lo destrocé, de nada va a servir que deje las drogas".
Volkow, que lidera la institución norteamericana que promueve el 80 por ciento de las investigaciones en drogas de EE.UU., remarcó que la adicción a las drogas es una enfermedad mental, al mismo nivel que dolencias crónicas como la diabetes y la hipertensión arterial, que como éstas, requieren un tratamiento continuado.
En este sentido, recriminó a las industrias farmacéuticas su "mínima" implicación en la búsqueda de fármacos y tratamientos para los drogodependientes, que atribuyó a la "estigmatización" que sufre esta enfermedad.
Constató que la administración continuada de tratamientos actuales ayudan a curar al cerebro enfermo, que puede abandonar su dependencia a las drogas y recuperarse. En este sentido, destacó que sería ideal una vacuna preventiva, pero ello supone una ingente cantidad de dinero que, dijo, su instituto no puede aportar.
Sin embargo, habló de recientes trabajos con fármacos antiepilépticos y de tecnologías que permiten recrear la imagen de cada cerebro mostrando sus procesos emocionales a la hora de consumir, lo que puede motivar un cambio conductual.
La vulnerabilidad de los jóvenes y la necesidad de prevenir centró gran parte de la conferencia de Volkow, que justificó que el cerebro del adolescente es "diferente", "ni mejor ni peor que el del adulto". "Es sumamente plástico y cambia según los estímulos del medio ambiente; los cambios físicos en el cerebro pueden ser más rápidos, lo que es una ventaja tremenda para el aprendizaje, que garantiza mayor rapidez y eficiencia", dijo.
No obstante, señalo que la desventaja de esta condición es que los riesgos de la adicción a sustancias como las drogas "son mucho más altos", puesto que se activan los mismos mecanismos que para el aprendizaje común.
"La arquitectura y conectividad del cerebro cambian durante toda la adolescencia", y en el joven la presión social se va a convertir en algo "muy importante", por lo que sus "relaciones sociales son cruciales para invocarlas".
Pese a la gran influencia de la presión social, la genética de cada individuo también es influye en la potencialidad de las adicciones, teniendo una base genética en un 50 por ciento de los casos.
La accesibilidad, un apoyo familiar inadecuado y la pobreza también aumentan las probabilidades de caer en la droga. De hecho, "el estrés social influye altamente en nuestras conductas y puede modificar el cerebro", siendo más proclive a adicciones.