MADRID, 11 Feb. (EUROPA PRESS) -
Una diminuta población de neuronas que se sabe que son importantes para el apetito parece tener también un papel importante en la depresión que resulta del estrés crónico e imprevisible, según un estudio del Medical College of Georgia de la Universidad de Augusta (Estados Unidos).
Estas neuronas AgRP residen exclusivamente en la parte inferior del hipotálamo, denominada núcleo arqueado, y se sabe que son importantes para la homeostasis energética del organismo, además de incitarnos a coger el tenedor cuando tenemos hambre y vemos comida.
Este estudio, publicado en la revista científica 'Molecular Psychiatry', aporta la primera prueba de que, no el estrés a corto plazo, como una serie de duros exámenes universitarios, sino el estrés crónico e impredecible como el que surge en nuestra vida personal y profesional, induce cambios en la función de las neuronas AgRP que pueden contribuir a la depresión.
Aunque es demasiado pronto para decir si el cambio en la actividad neuronal provocado por el estrés crónico y asociado a la depresión comienza con estas neuronas, son una pieza clave definitiva y probable del rompecabezas.
Han demostrado que este tipo de estrés, que da lugar a un modelo animal de depresión, disminuye la actividad de las neuronas AgRP, o proteína relacionada con el agutí, reduciendo la capacidad de las neuronas para disparar espontáneamente, aumentando las irregularidades de disparo y alterando de otro modo las propiedades de disparo habituales de las neuronas AgRP en su modelo de ratón macho y hembra de depresión.
Además, cuando utilizaron una pequeña molécula para inhibir directamente las neuronas, aumentó su susceptibilidad al estrés crónico e imprevisible, induciendo un comportamiento similar al de la depresión en los ratones, incluyendo la reducción de los deseos habituales de recompensas como el consumo de sacarosa palatable y el sexo. Cuando activaron las neuronas, se revirtieron comportamientos depresivos clásicos como la desesperación y la incapacidad de experimentar placer.
Como en la vida, la imprevisibilidad puede aumentar el impacto del estrés, así que también utilizaron ese enfoque en sus estudios, con técnicas como el aislamiento social y el cambio de ciclos de luz y oscuridad, y descubrieron que los ratones empezaban a mostrar un comportamiento depresivo a los 10 días.
Los científicos descubrieron que la disminución de la actividad de las neuronas AgRP relacionada con el estrés parece producir un aumento de la actividad de otros tipos de neuronas cercanas en el ARC, y están profundizando en esta observación. También están estudiando los ajustes que pueden producirse en otras neuronas que responden al estrés y la recompensa en otras subregiones del hipotálamo, así como en otras partes del cerebro, para ayudar a definir los circuitos implicados. También están estudiando el proceso, que lleva más tiempo, de evaluar si la eliminación de los estresores crónicos por sí sola también hará que las neuronas AgRP vuelvan a tener una actividad más normal.