MADRID, 22 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) ha revelado cómo progresa la recuperación tras una inflamación provocada por lesión o enfermedad.
En su trabajo, publicado en la revista científica 'Nature Communications', los científicos identificaron características universales de las respuestas inflamatorias de los pacientes que se recuperaron con éxito tras una intervención quirúrgica o una enfermedad aguda como la COVID-19, el infarto de miocardio y la sepsis. Estas características, descubrieron, incluyen caminos precisos que siguen los recuentos de glóbulos blancos y plaquetas cuando vuelven a la normalidad.
Si se reafirman en otros estudios y se codifican en forma de directrices clínicas, los hallazgos podrían ayudar a los médicos a reconocer más rápidamente cuándo la recuperación de un paciente no va bien, lo que les permitiría intervenir antes.
La inflamación es la primera línea de defensa del organismo, que se produce cuando un gran número de células inmunitarias se dirigen al lugar de la lesión o la enfermedad aguda para reparar y evitar más daños.
Cuando tiene éxito, la inflamación ayuda al organismo a sobrevivir y curarse tras un traumatismo. Sin embargo, cuando la recuperación que sigue a una respuesta inflamatoria se tuerce, es señal de que el daño sigue produciéndose, y la propia inflamación puede causar más daños, lo que lleva a una enfermedad más grave o incluso a la muerte.
La inflamación es una respuesta genérica a casi todas las enfermedades y, como tal, se lleva intentando describirla desde hace miles de años. En la antigua Roma, el médico Aulo Celso describió los cuatro síntomas fundamentales de la inflamación: enrojecimiento, calor, hinchazón y dolor, y más tarde el médico y cirujano Galeno añadió la pérdida de funciones a la lista.
Hoy en día, los científicos saben que los síntomas de la inflamación surgen cuando el sistema inmunitario responde a una lesión o enfermedad aguda, enviando glóbulos blancos protectores, proteínas y factores químicos que provocan cambios fisiológicos en el organismo.
Aunque hoy en día los médicos son buenos para identificar a los pacientes que experimentan una inflamación basándose en signos como el recuento elevado de glóbulos blancos o la fiebre, "no existe una guía para evaluar cómo va la inflamación y si está remitiendo de forma adecuada", explica el autor principal dele estudio, John Higgins.
Sin embargo, saber si la inflamación está respondiendo eficazmente a la enfermedad y progresando hacia la recuperación es esencial, ya que puede ayudar a los médicos a decidir si deben apartarse y dejar que el cuerpo del paciente se cure por sí mismo o intervenir.
Higgins y su equipo se propusieron comprender la recuperación de la inflamación para determinar si existen características comunes a una recuperación satisfactoria.
Dado que la inflamación se produce en pacientes que ya están enfermos, puede ser un proceso complicado de estudiar. Por ello, los investigadores sabían que para aislar los rasgos comunes tendrían que estudiar la recuperación inflamatoria en un entorno muy controlado.
"Necesitábamos encontrar una situación en la que todo el mundo empezara con el mismo estado de salud estable en general, y luego todos recibieran un estímulo inflamatorio similar en un momento específico", detalla el primer autor del trabajo, Brody Foy.
Se decantaron por la cirugía cardiovascular no urgente, más concretamente por el bypass coronario, la sustitución de válvulas o alguna combinación. Estas intervenciones suelen realizarse en pacientes relativamente sanos que tienen problemas cardíacos subyacentes pero que, por lo demás, están estables y no presentan problemas que requieran un tratamiento inmediato.
Sin embargo, todas las intervenciones cardiovasculares implican un traumatismo y un daño tisular considerables cuando los cirujanos acceden al corazón para realizar las reparaciones quirúrgicas, lo que provoca una respuesta inflamatoria importante.
Para identificar los patrones de recuperación inflamatoria, los investigadores examinaron los datos de los registros médicos de 4.693 pacientes del Mass General sometidos a cirugía cardiovascular. Tras analizar simultáneamente docenas de mediciones, descubrieron características comunes en las trayectorias de los pacientes que se recuperaron bien.
Se centraron en dos variables que identificaban de forma fiable las trayectorias de una recuperación inflamatoria satisfactoria: el recuento de glóbulos blancos, que, como es lógico, se eleva durante la inflamación, y el recuento de plaquetas, que disminuye a medida que las plaquetas se utilizan para la coagulación y la cicatrización.
Entre los pacientes que se recuperaron bien tras la operación, el recuento de glóbulos blancos disminuyó a un ritmo preciso, mientras que el de plaquetas aumentó a un ritmo diferente, pero también preciso. Según los investigadores, estas trayectorias pueden utilizarse para controlar la recuperación de forma personalizada.
A continuación, el equipo amplió el estudio para analizar otros tipos de cirugías que causan una inflamación importante, como las amputaciones de extremidades, las prótesis de cadera, las cesáreas, las extirpaciones parciales de colon y una compleja cirugía de páncreas denominada procedimiento de Whipple.
También analizaron las infecciones que causan inflamación, como la COVID-19 y la colitis por 'Clostridium difficile', así como la sepsis, una respuesta inflamatoria potencialmente mortal precipitada por una infección. Por último, analizaron los patrones de recuperación tras sucesos como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, que provocan la falta de oxígeno en los tejidos y pueden provocar una inflamación aberrante.
Los investigadores descubrieron que los pacientes que se recuperaban bien seguían las mismas trayectorias características en cuanto al recuento de glóbulos blancos y plaquetas que volvían al rango normal que sus homólogos de cirugía cardiovascular, y lo hacían sin importar su estado o edad. Estos patrones también fueron consistentes independientemente de la rapidez con la que los pacientes se recuperaron, o de los niveles en los que comenzaron sus recuentos de glóbulos blancos y plaquetas.
Además, los científicos pudieron definir matemáticamente las trayectorias precisas que indicaban una recuperación satisfactoria: el recuento de glóbulos blancos experimentó un descenso exponencial, mientras que el de plaquetas aumentó linealmente tras un breve retraso.
"Lo emocionante de este estudio es que sugiere que hay rasgos comunes en la trayectoria de recuperación de una gama sorprendentemente amplia de enfermedades, y si sabemos cómo es una buena recuperación, deberíamos ser capaces de identificar una mala", remachan los investigadores.