MADRID, 4 Ago. (EUROPA PRESS) -
Partes específicas del cerebro reconocen señales complejas en los sonidos vocales humanos que no implican el habla, como el llanto, la tos o los jadeos, según un estudio de investigadores de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos), publicado en la revista 'PLOS Biology'.
Los científicos han demostrado que dos áreas del córtex auditivo están especializadas en reconocer los sonidos de la voz humana que, a diferencia del habla, no tienen un significado lingüístico. En cambio, ayudan a reaccionar a las señales sonoras que permiten identificar al instante las características de la persona que habla, como el sexo, la edad aproximada, el estado de ánimo e incluso la altura, todo ello sin verla.
"La percepción de la voz es similar a la forma en que los seres humanos reconocen los distintos rostros --explica el autor principal, el doctor Taylor Abel, profesor adjunto de cirugía neurológica en Pitt--. Las voces que no incluyen el habla, por ejemplo, el llanto de un bebé, la tos, los gemidos o las exclamaciones, permiten obtener mucha información sobre la persona que hace esas vocalizaciones en ausencia de otra información sobre la persona".
Los seres humanos viven en un mundo lleno de sonidos, en el que los ruidos del entorno conforman nuestras interacciones diarias con el medio ambiente y con otras personas. Y aunque el habla es uno de los aspectos únicos de la comunicación humana que no tiene análogos directos en el mundo animal, las personas no dependen sólo del habla para transmitir información auditiva.
Los aspectos no verbales de la voz desempeñan un papel vital en nuestra caja de herramientas de comunicación, ampliando la capacidad humana de expresarse con precisión y dinamismo. Una parte de esa expresión es subconsciente y otra puede ser modulada intencionadamente por el hablante para transmitir un amplio espectro de emociones, como la felicidad, el miedo o el asco.
Los seres humanos nacen con la capacidad de reconocer la voz -de hecho, los bebés pueden reconocer la voz de su madre cuando aún están en el útero-, pero esa capacidad es dinámica y sigue evolucionando a lo largo de la adolescencia.
Abel, neurocirujano pediátrico especializado en epilepsia, tuvo una oportunidad única de observar cómo responde el cerebro humano a la voz.
Para identificar las regiones del cerebro responsables de generar ataques en algunas personas con epilepsia, los neurocirujanos pueden implantar electrodos temporales en el cerebro para registrar cuidadosamente sus señales eléctricas. Esta práctica permite a los médicos localizar con precisión el lugar donde se produce el ataque y, en su caso, extirpar esa parte del cerebro, sin afectar al tejido sano circundante.
Ocho pacientes con epilepsia aceptaron participar en un estudio en el que Abel y su equipo utilizaron los electrodos implantados para medir qué zonas de la corteza auditiva respondían cuando se les presentaban sonidos de voz como gruñidos, aullidos o risas.
Mediante una combinación de grabaciones cerebrales directas y modelos computacionales, los investigadores pudieron describir con un detalle sin precedentes cómo evoluciona la representación de la voz a lo largo del tiempo y decodificar cuándo se había reproducido un sonido de voz basándose en los patrones de actividad neuronal de la corteza auditiva.
Los investigadores descubrieron que la mayor parte de esa actividad procedía de dos regiones de la corteza auditiva: los pliegues de materia gris del cerebro conocidos como giro temporal superior (STG) y surco temporal superior (STS).
Mientras que estudios anteriores de imágenes cerebrales mostraban que el STG y el STS son importantes para el procesamiento de la voz, este estudio demuestra que estas regiones representan la voz como una categoría de sonido distinta en lugar de representar simplemente los aspectos físicos o acústicos de la voz.
Estos nuevos conocimientos sobre la organización del sistema de reconocimiento de la voz conectado a nuestro cerebro permitirán a los investigadores comprender mejor trastornos neurológicos como la esquizofrenia o el autismo, en los que la percepción de la voz está alterada o ausente, e incluso ayudarán a crear mejores dispositivos de asistencia vocal, que actualmente son buenos para reconocer el habla pero menos hábiles para diferenciar entre varios hablantes.