MADRID 24 May. (EUROPA PRESS) -
Las dietas proteinadas sólo se recomiendan cuando la obesidad supone un riesgo evidente para la salud o es necesaria una reducción drástica de peso, por ejemplo en un proceso preoperatorio, según indica el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Valencia, José Cabo Soler, en una conferencia sobre posibles beneficios y efectos adversos de las dietas proteinadas, pronunciada dentro del ciclo de conferencias sobre alimentación, nutrición y salud organizadas por el Instituto Danone y la Real Academia Nacional de Medicina.
De hecho, y como detalla Cabo Soler, que también es miembro del Consejo Científico del Instituto Danone, este tipo de dietas como la Atkins o la de Dukan están "estrictamente contraindicadas para un amplio número de casos que van desde los trastornos cardiovasculares a la diabetes o en casos de insuficiencias hepáticas y renales y, por supuesto, no deben aplicarse en ningún caso a niños, adolescentes, embarazadas o ancianos".
"Lo más eficaz y saludable, en caso de necesidad, es seguir una dieta hipocalórica clásica equilibrada. Además, con las dietas cetósicas no se pierden más grasa que con las dietas tradicionales que aporten las mismas calorías (hipocalóricas). De hecho, se pierde más peso en un primer momento, pero prácticamente la misma grasa, ya que se produce una gran pérdida en agua (y si se realiza sin supervisión médica, también de proteínas musculares), peso que se recupera en gran parte al relajar la dieta", explica Cabo Soler.
Se considera una dieta con alto contenido proteico cuando aportan más de 1g. por Kg. y día. Lo más habitual es que aporten 1,5 gramos por Kilogramo y día de proteínas y con un reducido aporte de glúcidos (menos de 50g./día), cantidades mínimas de grasa y suplementos de minerales, vitaminas y ácidos grasos esenciales.
Su importante efecto en la perdida de peso se basa en forzar a nuestro organismo a la producción de cuerpos cetónicos; es decir, compuestos químicos generados en el hígado a partir de las grasas para proporcionar una "energía de urgencia" para el cerebro y otros órganos, en sustitución (parcial) de la glucosa, que se aporta en cantidades mínimas en estas dietas.
Además, cuando la ingesta de glucosa es muy poca (menos de 30 g/d), como se aconseja en las fases iniciales estrictas de estas dietas, "nuestro organismo se ve obligado a producir una cierta cantidad de glucosa a partir de las proteínas", sean de las de la dieta o, a veces, de nuestras propias proteínas musculares, lo que conlleva a una peligrosa perdida de masa muscular.
La producción de glucosa a partir de las proteínas es de muy bajo rendimiento, estimándose que se necesitan unos 2 g. de proteínas para producir 1 solo g. de glucosa. Si tenemos en cuenta que un adulto medio, tras las adaptaciones de nuestro organismo a esta situación de ingesta limitada de carbohidratos, sigue requiriendo al menos 80-90 g. de glucosa al día, de las que hasta 50 g. se pueden obtener aprovechando otros compuestos que tenemos (lactato y glicerol) y el resto, hasta los 90 g. de glucosa imprescindibles, los tenemos que obtener de la dieta o nos veremos obligados a fabricarla de las proteínas. Así, si la cantidad de glucosa ingerida es menos de 30 g. (lo que se propone en estas dietas para asegurar la cetosis en las fases iniciales del tratamiento), "el riesgo de perdida de masa muscular es muy alto", indica Cabo Soler.
EFECTOS INSALUBRES
Además, las dietas hiperproteinadas en sus fases iniciales mas estrictas en las que se limitan al máximo los carbohidratos, provocan una situación de estrés que hace producir más cuerpos cetónicos de los que pueden consumir los propios tejidos y esto provoca una "importante pérdida de peso, en gran parte del rápido consumo de las reservas de carbohidratos y de agua", asegura el experto.
En concreto, en esta etapa se pierden porque bajan al mínimo los depósitos de glucógeno del hígado (pérdida máxima 100g.) y de los músculos (máxima 300g.) y también se pierden los 3 g. de agua que se retienen por cada gramo del glucógeno perdido. Si también perdemos proteínas musculares, por cada gramo de proteína perderemos otros 3 de su agua de hidratación, lo que produce una rápida pérdida de peso, que puede llegar a ser de hasta 6 y 10 kg. en el primer mes en los varones.
"La perdida de masa muscular es uno de los grandes peligros que debe evitarse con ayuda del especialista, pues el músculo es necesario para nuestra vitalidad y para mantener el peso después de la dieta. La masa muscular perdida es muy difícil de recuperar, necesitándose ejercicios de musculación durante mucho tiempo", advierte el catedrático de la Universidad de Valencia.
Otra razón para no seguir una dieta proteinada sin control médico la encontramos en la necesidad de mantener unos niveles mínimos de carbohidratos, ácidos grasos esenciales y micronutrientes. "No es conveniente reducir los carbohidratos a menos de 50-75 al día y algunas de estas dietas proponen ingerir no más de 10g./día", alerta.
Además como estas dietas aportan menos de 1000 Kcal./día, siempre deberán complementarse con compuestos polivitamínicos y minerales, ya que además de ingerir pocos micronutrientes en la dieta, de algunos de ellos se pierden cantidades importantes por la orina durante la cetosis.